Cuando casi ya nos conformábamos -aunque con caras de pocos amigos- cuando el equipo de Risto Vidakovic empataba la contienda, llegó un saque de esquina providencial, que botado por Pablo García permitiría que su compañero, en este caso el defensa unionista Javi Zamorano, hiciese no sólo el gol del triunfo, sino el segundo de su cuenta particular al rematar con el corazón y el alma un balón que le llegaba suelto a sus pies; delirio en los graderíos de un Álvarez Claro que demostró a costa de su afición que cuando la situación lo requiere nadie les gana y además saben estar connota alta a la altura de las circunstancias
Posted originally: 2010-04-11 00:32:38