El pasado 25 de mayo Steve Jobs dejaba el timón de su compañía. Desde el lugar desconocido donde cuidaba de
su maltrecha salud, Steve Jobs, cofundador de Apple en 1976, habrá
visto con alivio cómo la empresa soportó el terremoto de su partida y su sustitución, que en un principio era temporal, por su lugarteniente Tim Cook. Las cosas, de momento, van viento en popa para Apple, que en abril pasado superó a su eterno rival, Microsoft, y se colocó como
la segunda compañía del mundo por capitalización bursátil, con un valor de 232.000 millones de euros, solo por detrás del gigante petrolero Exxon. La incógnita es cómo afectará a la compañía el tremendo golpe de
la muerte de Jobs, cuya imagen era inseparable de la empresa de la manzana.