Los marines, el reverendo y las réplicas
“Puerto Príncipe está cambiando de color. Los atascos de los que hablábamos ayer muestran, desde cielo, una suerte de serpiente multicolor que le da un indudable, y ansiado halo de vida. Pero para vida, la que siguen proporcionando los 270.000 litros de agua potable suministrados por Cruz Roja Española y que impiden que la sed o las infecciones también se instalen endémicamente en un pueblo ya suficientemente castigados, como si la pobreza y la miseria no fuesen suficientemente duras con ellos para añadirles aún más sufrimiento.

En el “Campo Base” de la Federación Internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja, y en todos los idiomas l@s delegad@s del Movimiento internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja afirman no entender nada las informaciones que se están difundiendo en torno a la ayuda humanitaria. No entienden por qué, si Cruz Roja lleva implicada desde el primer día esta catástrofe de brutales magnitudes, se siga insistiendo en el hecho que esa ayuda no llegue a la población. En “Campo Base”, sus integrantes trabajan desde las primeras horas de la madrugada hasta….las primeras horas de la madrugada, y todo para poder llevar a buen término el reparto de ayuda humanitaria. No obstante, todo tiene que seguir según lo establecido, y lo establecido es que los haitianos continúen recibiendo la ayuda humanitaria que Cruz Roja recibe desde los cuatro puntos del globo, y una no poco importante es la que recibe desde España.

Esta mañana, a pesar de los sinsabores que procura saber que se esta trabajando en la buena dirección pero que se transmite algo diferente, la Delegación de Cruz Roja Española ha decidido que el reparto de agua empezaría por el hospital general.

Y entonces, algo sucede…..

La tierra tiembla de nuevo en Haití. Parecería como si todavía no tuviese suficiente, como si necesitase más horror y más desastres para contentarse. Todos lo hemos notado. En mi caso he tenido la rara sensación de que yo me estaba mareando, y no he tenido consciencia de que algo estaba ocurriendo.

Lo comento, y en seguida me confirman que el seísmo ha sido de 6,1 en la escala de Richter. Varias miradas se cruzan en la Delegación de la Cruz Roja Española y las reflexiones son automáticas: “¿otra vez? ¿Habrá afectado a más personas? ¿Es la tragedia repetida?” Y, tras estas preguntas de auténtica preocupación ajena, se generaliza otra preocupación: la familia. Todo el campamento asalta literalmente la débil línea de comunicación para reconfotar a los familiares más directos. Las llamadas son muy breves pero tajantes: “Estoy bien, no ha pasado nada aquí” se puede escuchar en holandés, español, finés, inglés, japonés,noruego, danés y en decenas más de idiomas.

La Delegación Española de la Cruz Roja, como las demás delegaciones, no necesitan de briefings interminables para tomar una rápida decisión: se va a seguir trabajando, y punto.

Rumbo al hospital general vemos que el nuevo seísmo se ha cobrado a una víctima ya moribunda: el rosetón de la catedral ha caído, ese mismo que se ha había mantenido erguido desafiando el terror de la tierra en furor ha terminado por ceder. Pasando por la devastada Rue Saint Honoré, el rosetón era todo un símbolo del poder de la construcción humana que se mantenía en contra de todo dándole a lo que quedaba de la catedral un aspecto aún imponente.

Hoy, la Naturaleza he hecho pagar caro al hombre su osadía de desafiarla.

Entramos en el hospital, como todos los días pero algo ha cambiado: los Marines controlan el hospital y, por ende, las entradas y las salidas. Como no podía ser de otra forma, no ponen impedimento a la entrada del camión cuba de Cruz Roja Española, pero la presencia de todo un pelotón de Marines armados hasta los dientes no es precisamente una imágen tranquilizante. Los haitianos también lo perciben, y los nervios afloran. Donde jamás se habían visto disputas serias ahora se oyen discusiones airadas de los ciudadanos de Puerto Príncipe con chavales de apenas 18 años (si no tienen menos) vestidos de camuflaje y que portan suficientes armas para terminar de derrumbar lo que queda del centro sanitario. Un miembro de la Cruz Roja Danesa hace un comentario lleno de sensatez: “¿Cómo pueden mandar hombres y mujeres en armas cuanto aquí necesitamos hombres y mujeres en batas?”. Aplastante lógica sin repuesta posible. Hay que seguir trabajando.

Las consecuencias del seísmo ya se pueden ver en el hospital general: los enfermos están en los jardines y en las calles interiores del complejo sanitario. El miedo ha hecho que los que se podían trasladar saliesen fuera del edificio en prevención de una catástrofe aún mayor.

Con los Marines patrullando y los enfermos en la calle, Cruz Roja Española empieza con la distribución de los 10.000 lirtos de agua que contiene la cuba. En esta ocasión, unos testigos de excepción serán los integrantes del equipo de callejeros que huyen del sensacionalismo buscando la vertiente humana de la catástrofe. Aquí, van a tener trabajo.

Al mismo tiempo, los miembros de la delegación española combinan el trabajo del agua con el de asistencia socio-sanitaria; cortar prendas a enfermos que deben ser lavados, asistir a curas, todo vale para ayudar, todo vale para aliviar el sufrimiento. Un médico norteamericano nos enseña un truco simple, pero efectivo: cortamos las botellas de agua por la mitad, consiguiendo así dos vasos que, convenientemente llenados, son repartidos a lo enfermos que no pueden moverse de la cama. Mientras cortamos el plástico con una navaja (un recuerdo muy querido de Ceuta, por cierto) nuestras miradas se cruzan con una sonrisa de complicidad. El apoyo mutuo sigue siendo la clave, y en Haiti aún más. Ese día se cortaron muchas botellas de plástico en el hospital General.

Algunas miradas podrían derretir el hielo, otras son un grito de desesperación y las más reflejan el vacío, ese que sólo sabe procurar el horror. Pero dentro del enorme torbellino de sufrimiento, parece que todavía hay espacio para los shows mediátios y la autopublicidad. Da la sensación que los marines del presidente Obama no han venido solos. Posando entre enfermos, ofreciendo declaraciones y apretando las manos de enfermos que no entienden nada entre el crepitar de una decena de cámaras fotográficas, el reverendo Jackson está girando una visita. Algunos periodistas sonríen y hablan de tourné, Cruz Roja Española sigue repartiendo agua a los centenares de heridos que por alí se encuentran. El momento cúlmen de Jackson se producen cuando uno de sus asesores le avisa que allí se encuentra, en un colchón en la propia calle, una mujer que acaba de dar a luz. Majestuosamente, el reverendo se acerca, acaricia el pelo de la mujer y toma en sus brazo al bebé que besa en la frente al tiempo que no cesa de mirar a las cámaras. La cuba ha terminado de vaciarse, nuestro trabajo allí ha terminado, el de otros parece que no. Volveremos al hospital a ofrecer ayuda humanitaria en un rato, otros parece que no. Al salir, los marines nos abren paso tras sus gafas de sol y sus armas preparadas para ser disparadas. Parece que la presión mediática he hecho efecto,¿O ha sido al revés?

De camino hacia el “Campo Base”, la catedral apenas osa saludar ya, como si de una maldición estuviese presa. Sin embargo, la vida da una maravillosa oportunidad a otro grupo de Cruz Roja, esta vez a los rescatistas de la Cruz Roja Japonesa. Llevan varias horas trabajando en un edificio que linda con la gasolinera de la compañía Continental. Sudor, cansancio pero caras de esperanza: al parecer los perros han marcado la presencia de vida bajo los escombros. El ritmo es frenético, no hay tiempo para nada. El equipo de “Callejeros” nos acompaña a ver a los compañeros de la Cruz Roja Japonesa. Todavía les queda mucho trabajo por delante. Abrazos, fuertes apretones de mano y ánimos en un ingles lo suficientemente fluido para llenarnos a todos de emoción. Esta vez la muerte no se va a cobrar una nueva víctima, esta vez no. El día se acaba para algunos que vuelven destrozados el “Campo Base”. Yo me traslado al campamento donde se encuentran las ONG´s sanitarias (muchas de ellas españolas), la AECID….y la prensa, en su mayoría española.” Salgo del campamento y dejo a la Delegación de Cruz roja española trabajando en varios proyectos, como el de abastecer de agua a Leogan, una población muy castigada por el terremoto. Esta claro, Cruz Roja española está en todos los frentes, y ello gracias a la solidaridad de todos los españoles, ello supone un verdadero orgullo a la hora de llevar el rótulo “Spanish Red Cross” en la espalda, Sí señor, así es. Me han contactado para una entrevista en directo a las 09:30 de la mañana….hora española, claro. Eso significa que la entrevista debe realizar a las 03:30 dela madrugada. Sin embargo una decisión tomada en inglés va a cambiarlo todo. El ejército norteamericano ha decidido, por una cuestión de “seguridad perimetral”, “invitar” a la prensa a dejar el campamento. Por ende, la entrevista no tendrá lugar.

La AECID, cabeza visible de la Admon. Española se afana en buscar soluciones. No hay ninguna posibilidad, la prensa debe irse. Esta decisión supone que muchos periodistas deben buscar abrigo, pero son ya las 6 cuarto y ya ha anochecido y no hay hoteles: tarea imposible. La diplomacia española ofrece una salida: repatriar periodistas. Muchos se inscriben para partir de inmediato. Otros deciden probar suerte, pero, en realidad, nadie sabe nada.

Estas son, sin lugar a dudas, las otras réplicas del seísmo.

Los marines, el reverendo y las réplicas


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