Philippe J. MAAREK: Marketing político y comunicación. Paidós. 2ª edición. Barcelona, 2009. 474 páginas.

Ante todo hay que decir que nos encontramos ante un libro mal titulado o que bien el título solamente guarda una relación parcial con el contenido. Que nadie espere que este libro trate el marketing y la comunicación en la esfera de lo político en términos generales, no, es un libro que se centra en un aspecto muy concreto, las campañas electorales. Naturalmente centrado en la forma francesa de la campaña electoral, con importante referencias a los Estados Unidos (ineludibles) y con menciones escuetísimas del resto de los países europeos.

El libro es una especie de “Vademecum” de los elementos de una campaña electoral y como estos elementos pueden funcionar en unos contextos y en otros no, de la importancia del personal que lo realice. La verdad que nada que alguien que haya participado en una campaña municipal en cualquier localidad no pudiera decir tras estar un tiempo sistematizando lo que sabe.

Me llama la atención el poco conocimiento que tiene el autor de Internet. Soy de la opinión de que Internet todavía, al menos en Europa, no es un elemento decisivo de comunicación electoral, pero poco a poco va cogiendo fuerza. Lo ajeno que le es al autor se constata en la dificultad con la que maneja el lenguaje internáutico y por ignorar cosas tan básicas como Youtube o las redes sociales. Sí mantiene que Internet da una mejor segmentación del público objetivo, pero no termina de imaginarse cómo se puede usar prefiriendo, a juzgar por el número de páginas que le dedica, el correo directo. Después tiene momento de tierna ingenuidad al mantener que el blog de S. Royale, por el sencillo hecho de no estar en la página del PSF, estaba menos cuidado.

Incluso en lo que no tiene nada que ver con Internet hay opiniones a las que me resulta imposible adherirme. Mantiene que hay una prensa independiente, que es toda esa que no prensa orgánica de un partido político concreto. No sé si los periódicos franceses no tienen adscripción ideológica, pero lo que son los periódicos españoles sí la tienen.

Cuando entra en harina termina recomendando a las campañas que externalicen todo lo que puedan: publicidad, medios humanos, relaciones públicas, etc. Para decir eso no hacen falta más cuatrocientas páginas.

Es cierto que las campañas son permanentes, por lo que no termine de entender la manía del autor por centrarse únicamente en los periodos electorales. Nada dice del engarce del mensaje político con la comunicación, de cómo abordar temas difíciles o ni siquiera como enraizar los intereses de la campaña en los de los ciudadanos.

En definitiva, un libro prescindible por más que lo recomienden en las Facultades de la materias y en los masters que inundan nuestro país.