La Revolución Naranja, aquella revuelta que llenó de manifestantes las calles de Kíev en 2004 con el objetivo de emancipar a Ucrania de Moscú y hacerla más democrática, murió el año pasado con la victoria de Víctor Yanukóvich en las presidenciales. Pero ayer recibió la puntilla con la condena a siete años de cárcel de Julia Timoshenko, la líder principal de aquel levantamiento.
Después de la «Revolución de las Rosas» de 2003 en Georgia, el entonces presidente ruso y actual primer ministro, Vladímir Putin, juró que impediría que el ejemplo cundiese. Al año siguiente, en Ucrania se celebraron la...