Cuando Tom Ford anunció que dejaba el control creativo de Gucci e Yves Saint Laurent, no imaginaba que su decisión sacudiría los cimientos de la moda como lo hizo. El diseñador tejano abandonó repentinamente el conglomerado de lujo Pinault-Printemps-Redoute en 2004, cansado de que su presidente -François-Henri Pinault, el segundo hombre más rico de Francia- se entrometiera en la dirección artística de las colecciones.<MC> Ford fue el artífice de convertir un negocio moribundo que facturaba 230 millones de dólares anuales en una supermarca de 3.000 millones.
El golpe fue tal que la revi...