La oposición tecnocrática


La oposición tecnocrática
Por marzo de 2008 escribía sobre los “apolíticos”. Hace unos días leí este artículo de Daniel Innerarity en el que relacionaba el grado de politización de una sociedad con las posibilidades que en ella tienen las fuerzas de izquierda. En mi entrada me preguntaba por qué los que se definían como apolíticos tenía un discurso de [...]


Por marzo de 2008 escribía sobre los “apolíticos”. Hace unos días leí este artículo de Daniel Innerarity en el que relacionaba el grado de politización de una sociedad con las posibilidades que en ella tienen las fuerzas de izquierda.
En mi entrada me preguntaba por qué los que se definían como apolíticos tenía un discurso de derecha y seguramente votaría opciones de derecha. No di con la respuesta en su momento, pero la idea de Innerarity de que la derecha vende un discurso tecnocrático en el que lo que importa son los medios pero no las opciones, cala mejor en ese electorado que, un tanto paradójicamente, se define como apolítico.
En muchos lugares donde gobierna la derecha los dirigentes locales o autonómicos no suelen tener la valentía de defender sus posiciones desde la ideología que la han tomado, y las visten de informes técnicos “ad hoc” que intentan dar la impresión de que ésa y no otra es la única elección posible, quedando solamente en el aire el cómo llevarla a cabo.
La tecnocracia es un marco, como los que describía Lakoff. El problema viene cuando muchos dirigentes de izquierda entra a hacer a estos dirigentes de derecha una oposición tecnocrática.
La oposición tecnocrática tiene el problema de que siempre estás en peor situación (contra la legión de funcionarios que cualquier gobierno tiene detrás), es incomprensible porque emplea un lenguaje técnico que siendo necesario no entiende la inmensa mayoría de los ciudadanos y desvía además el golpe, porque finalmente se dirige a unos funcionarios que redactan un informe de encargo en vez a los políticos que lo ha encargado. Todo ello sin mencionar que aceptas implícitamente que la opción no es sólo la correcta, sino la única.
Hay muchos políticos de izquierda que caen en el vicio de la oposición tecnocrática, se hartan de trabajar y no tienen resultados. Puede que lo hagan porque en el fondo no son realmente políticos o no quieren serlo, sino que su aspiración es la de ser gestores políticos (que son dos cosas muy diferentes). Pero también pueden caer en este vicio por querer demostrar que ellos valen y saben mucho aunque la masa apolítica piense que la izquierda es iletrada.
A nadie se le va a convencer con esa actuación, porque entras en el juego del adversario, un juego que solamente puede ganar él. Los políticos de izquierda tienen que politizar la sociedad, en el ámbito que trabajen, y politizar es transmitir ideas, transmitir las imágenes de la sociedad que se quiere a nivel nacional, autonómico o local. Luego vendrán los técnicos a buscar el método más adecuado para llevarlas a cabo, que ése es su trabajo y no el de gobernar o amparar con informes de encargo a determinados dirigentes políticos.

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Por marzo de 2008 escribía sobre los “apolíticos”. Hace unos días leí este artículo de Daniel Innerarity en el que relacionaba el grado de politización de una sociedad con las posibilidades que en ella tienen las fuerzas de izquierda.

En mi entrada me preguntaba por qué los que se definían como apolíticos tenía un discurso de derecha y seguramente votaría opciones de derecha. No di con la respuesta en su momento, pero la idea de Innerarity de que la derecha vende un discurso tecnocrático en el que lo que importa son los medios pero no las opciones, cala mejor en ese electorado que, un tanto paradójicamente, se define como apolítico.

En muchos lugares donde gobierna la derecha los dirigentes locales o autonómicos no suelen tener la valentía de defender sus posiciones desde la ideología que la han tomado, y las visten de informes técnicos “ad hoc” que intentan dar la impresión de que ésa y no otra es la única elección posible, quedando solamente en el aire el cómo llevarla a cabo.

La tecnocracia es un marco, como los que describía Lakoff. El problema viene cuando muchos dirigentes de izquierda entra a hacer a estos dirigentes de derecha una oposición tecnocrática.

La oposición tecnocrática tiene el problema de que siempre estás en peor situación (contra la legión de funcionarios que cualquier gobierno tiene detrás), es incomprensible porque emplea un lenguaje técnico que siendo necesario no entiende la inmensa mayoría de los ciudadanos y desvía además el golpe, porque finalmente se dirige a unos funcionarios que redactan un informe de encargo en vez a los políticos que lo ha encargado. Todo ello sin mencionar que aceptas implícitamente que la opción no es sólo la correcta, sino la única.

Hay muchos políticos de izquierda que caen en el vicio de la oposición tecnocrática, se hartan de trabajar y no tienen resultados. Puede que lo hagan porque en el fondo no son realmente políticos o no quieren serlo, sino que su aspiración es la de ser gestores políticos (que son dos cosas muy diferentes). Pero también pueden caer en este vicio por querer demostrar que ellos valen y saben mucho aunque la masa apolítica piense que la izquierda es iletrada.

A nadie se le va a convencer con esa actuación, porque entras en el juego del adversario, un juego que solamente puede ganar él. Los políticos de izquierda tienen que politizar la sociedad, en el ámbito que trabajen, y politizar es transmitir ideas, transmitir las imágenes de la sociedad que se quiere a nivel nacional, autonómico o local. Luego vendrán los técnicos a buscar el método más adecuado para llevarlas a cabo, que ése es su trabajo y no el de gobernar o amparar con informes de encargo a determinados dirigentes políticos.

Posted in Celtiberia, Ciencias Políticas, Derecha Política, Diseño de Jugadas, Hermenéutica, Izquierda Política, Política, Sociedad

Posted originally: 2009-07-16 17:06:51

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