“Pienso en qué diría Beethoven al oírse en un móvil”


“Pienso en qué diría Beethoven al oírse en un móvil”
El pianista da clases en la Universidad Americana de Sharjah, uno de los Emiratos Árabes Unidos

Leopoldo Erice deja caer que le gusta la comida árabe y quedamos en el Abd el Wahab de Suk al Bahar, a los pies del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo. “Es impresionante como brilla”, comenta mientras nos sentamos en la terraza, sobre el lago artificial que refleja el rascacielos. Antes de que empecemos a hundir el pan ácimo en el mutabal (puré de berenjena), una ráfaga de viento nos recuerda que a pesar del sol estamos en invierno.

“¿Te importa que comamos dentro?”, pregunta Erice. “No me puedo coger un resfriado ahora porque tengo un concierto en Nueva York”. No hay pretenciosidad en sus palabras, sino preocupación por el compromiso adquirido. El mismo que este pianista madrileño de 35 años tiene con sus alumnos de la UAS, Universidad Americana de Sharjah, uno de los Emiratos Árabes Unidos, a donde llegó hace un año y medio como profesor de música.

Este curioso destino empezó con una precoz afición al piano, que había visto tocar a su madre desde niño. A los 6 años ya lo estudiaba y a los 11 ganaba su primer concurso. Antes de terminar el conservatorio, intuyó sin embargo que la vida errante de concierto en concierto no le atraía. “Con el Coro de San Jorge descubrí que me gustaba mucho enseñar”, recuerda. En 2007, cuando terminaba su doctorado en EE UU, encontró trabajo como profesor de Música de Cámara en la Universidad de Tennessee.

Suena Beethoven en un móvil y Erice sonríe. “Siempre me pregunto qué pensaría el compositor si descubriera el uso que se hace de su música”. El pianista aprovecha el inciso para pedir un poco de alioli para la kofta (pincho de carne picada con cebolla y perejil) que come con apetito. “Está buenísimo”, dice entusiasmado.

Tres años en la América profunda fueron suficientes para que decidiera presentarse a una convocatoria de la UAS. “Me explicaron que estaban poniendo en marcha un programa de artes escénicas, algo novedoso en esta parte del mundo, y que existía un gran interés. Eso me animó”, explica.

Tuvo que buscar Sharjah en el Google Earth. Su única experiencia en el mundo árabe habían sido unos recitales para el Instituto Cervantes que le llevaron a El Cairo, Alejandría, Damasco y Ammán. Así que llegó sin prejuicios. Frente al rechazo de los extremistas musulmanes hacia la música, en especial la occidental, Erice ha encontrado unos alumnos ansiosos por aprender y que pocos días antes de esta entrevista aplaudían con ganas su interpretación al piano de las Variaciones de Bach.

“Existe un gran vacío”, constata más como reto que como crítica. Admite que programar Bach le dio un poco de miedo. El peso de su religiosidad resulta innegable incluso en sus obras laicas. Pero pensó que había llegado el momento. “Cuando la música es buena, y Bach es indiscutible, el público responde”, defiende.

Junto a los emiratíes, también asisten a sus clases estudiantes de Irán, Irak, Siria, Jordania y Arabia Saudí, un país donde no hay escuelas de música. “Los alumnos están sedientos”. Así que está encantado con la experiencia. Su única pega es que el muecín le despierta cada madrugada. Incluso a eso le encuentra un lado musical. “Su cántico me recuerda al flamenco”, confía ante el café y las baklawas (pastelillos árabes).


Posted originally: 2012-02-25 04:45:06

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