Razonable


Cuando un político hace algo que no va a gustar lo califica de razonable. Y lo dice porque es consciente que, al afirmar que es una medida necesaria, los problemas van a brotar como setas. Los políticos están demasiado sometidos al miedo del enfado de los ciudadanos para tomar sus decisiones. Es lo que se dice, una clase política cobarde que no tiene ni unos fuertes ideales ni tampoco un concepto claro acerca de la dirección que debe tomar un país.

En época de vacas gordas, Zapatero prefirió dar esos 400 euros -que a la gran mayoría de la población no le solucionaron nada- en lugar de incrementar la presión fiscal. Aquello tuvo un coste de 5.000 millones de euros. Subir los impuestos entonces habría sido mal visto (como siempre) pero habría llegado en un momento más propicio que el actual. Debe ser complicado explicar a una sociedad con casi cinco millones de parados que a partir de julio van a pagar más por todo. Cuando rozábamos el pleno empleo, igual habría sido mejor entendido.

Las malas noticias no han acabado ahí. Ahora nos jubilaremos dos años más tarde, algo que obviamente a nadie le gusta, pero que es necesario -o razonable- siempre y cuando miremos las cuentas y el futuro de las mismas. Si de verdad las pensiones están en peligro para el año 2030, no lo están desde ayer por la tarde. Era un cálculo conocido por todos desde hace años, porque creo recordar que desde pequeño ha sido algo recurrente entre los "agoreros" del sistema.

España debe apostar por un modelo: O Estados Unidos o Suecia. Si creemos en los servicios públicos universales, hay que pagar más impuestos. Guste o no. Si en cambio, preferimos un modelo a la carta, en el que cada uno paga lo mínimo posible, no podemos, ni exigir al Gobierno que cree empleo, ni que construya viviendas baratas, ni que haga carreteras o líneas ferroviarias, ni que me garantice una sanidad pública digna. Todo tiene un coste y debe pagarse de nuestros bolsillos. Si para cobrar mi pensión tengo que trabajar dos años, lo haré, siempre y cuando las cabezas pensantes que se gastan mis impuestos asuman con valentía la enorme cantidad de reformas que quedan pendientes y que, por cobardía electoral, nunca se hacen. Y esto, lamentablemente, no tiene nada que ver con la ideología.

Cuando un político hace algo que no va a gustar lo califica de razonable. Y lo dice porque es consciente que, al afirmar que es una medida necesaria, los problemas van a brotar como setas. Los políticos están demasiado sometidos al miedo del enfado de los ciudadanos para tomar sus decisiones. Es lo que se dice, una clase política cobarde que no tiene ni unos fuertes ideales ni tampoco un concepto claro acerca de la dirección que debe tomar un país.

En época de vacas gordas, Zapatero prefirió dar esos 400 euros -que a la gran mayoría de la población no le solucionaron nada- en lugar de incrementar la presión fiscal. Aquello tuvo un coste de 5.000 millones de euros. Subir los impuestos entonces habría sido mal visto (como siempre) pero habría llegado en un momento más propicio que el actual. Debe ser complicado explicar a una sociedad con casi cinco millones de parados que a partir de julio van a pagar más por todo. Cuando rozábamos el pleno empleo, igual habría sido mejor entendido.

Las malas noticias no han acabado ahí. Ahora nos jubilaremos dos años más tarde, algo que obviamente a nadie le gusta, pero que es necesario -o razonable- siempre y cuando miremos las cuentas y el futuro de las mismas. Si de verdad las pensiones están en peligro para el año 2030, no lo están desde ayer por la tarde. Era un cálculo conocido por todos desde hace años, porque creo recordar que desde pequeño ha sido algo recurrente entre los "agoreros" del sistema.

España debe apostar por un modelo: O Estados Unidos o Suecia. Si creemos en los servicios públicos universales, hay que pagar más impuestos. Guste o no. Si en cambio, preferimos un modelo a la carta, en el que cada uno paga lo mínimo posible, no podemos, ni exigir al Gobierno que cree empleo, ni que construya viviendas baratas, ni que haga carreteras o líneas ferroviarias, ni que me garantice una sanidad pública digna. Todo tiene un coste y debe pagarse de nuestros bolsillos. Si para cobrar mi pensión tengo que trabajar dos años, lo haré, siempre y cuando las cabezas pensantes que se gastan mis impuestos asuman con valentía la enorme cantidad de reformas que quedan pendientes y que, por cobardía electoral, nunca se hacen. Y esto, lamentablemente, no tiene nada que ver con la ideología.

Posted originally: 2010-01-30 12:26:00

Leer original



Entrando en la página solicitada Saltar publicidad