Las fuerzas de seguridad sirias perpetraron ayer una
nueva matanza de manifestantes. Ante el crecimiento de la revuelta en la ciudad sureña de Deraa y la extensión de
las protestas a otras zonas del país, incluido Damasco, el régimen de Bachar el Asad olvidó las promesas de tolerancia formuladas la víspera y volvió a reprimir con la máxima brutalidad. Hubo al menos 20 muertos, según testimonios citados por Al Yazira. El furor de la multitud de Deraa y los ametrallamientos indiscriminados y ya casi cotidianos demostraron que la presidencia de El Asad estaba en serio peligro e intentaba ahogar la revuelta en un baño de sangre.