Harry tenía 72 años, una edad elevada para que el sistema de salud británico le incluyera en la lista de espera de trasplantes de pulmón. Voló hasta Singapur y se sometió a un doble trasplante pulmonar a cambio de 240.000 euros. De esa cantidad, un pellizco suculento fue a parar al bolsillo del estadounidense James Cohan, un intermediario del comercio ilegal de órganos o como prefiere llamarse a sí mismo, «coordinador internacional de trasplantes».
Desde su oficina en Los Ángeles, Cohan prepara viajes organizados para enfermos tan desesperados como económicamente desahogados. Su trabajo cons...