- Se estima que el dato corroborado de forma científica para todo el planeta podría ser sólo la punta del iceberg
- Ingesa aborda en unas jornadas la seguridad de los pacientes para tratar de recortar esta estadística
- El jefe de Medicina Preventiva apunta que una infección nosocomial provoca 20 días extras de hospitalización y critica al Gobierno por los recortes en personal y al Ingesa por no priorizar bien los recursos humanos
Alguien recordará al abuelo quejarse del médico o de los médicos en particular rebautizando su oficio como el de ‘matasanos’ o aquella vieja leyenda que cuenta aquel caso del que fue al hospital con un dolor de nada y salió en una caja de pino. Este martes en el salón de actos del Hospital Universitario de Ceuta, en cierto modo, se le ha dado la razón a la ignorancia popular durante la tercera edición de las Jornadas de Seguridad del Paciente y Gestión de Riesgos Sanitarios del Área Sanitaria Única del Ingesa en Ceuta. Unas jornadas que tratan de sentar las bases para que los profesionales sanitarios pongan cuidado durante la atención hospitalaria y traten de reducir el 10 por ciento de estancias hospitalarias que se sabe tienen como causa un evento o enfermedad provocada durante los cuidados hospitalarios recibidos por el paciente. Dicho de otro modo la ignorancia popular llevaba algo de razón.
El dato lo ha arrojado el subdirector del Ingesa, Fidel Illana, pero para uno de los organizadores de la jornada formativa el doctor José López Barba se trata sólo de la “punta del iceberg”; y es que el dato científico resultado del estudio realizado en diversos hospitales y que arrojó un 9,3 de cada cien pacientes hospitalizados por eventos sufridos durante sus cuidados y no como fruto de complicaciones en la enfermedad por la que acudieron al hospital es un dato estricto y muy verificado que hace creer a todo el mundo que la realidad es mayor de ese 10 por ciento estimado para todo el mundo.
Se trata de casos en los que la falta de atención a detalles hace que los pacientes acaben desarrollando otras dolencias distintas de aquellas con las que ingresaron en los hospitales, infecciones variadas por falta de higiene o úlceras vinculadas a las vías necesarias para llevar a cabo los tratamientos.
El director regional del Ingesa, Fernando Pérez Padilla repasó alguno de los que son puntos clave para él de ese proceso: evitar transmisiones de infencciones por esa falta de higiene de las manos o por el cobre, la correcta identificación de los pacientes mediante pulseras y acotar esos procesos más comunes como infecciones o úlceras que suelen presentar los pacientes ingresados durante mucho tiempo.
Para Padilla lo importante y precisamente aquello que la da valor a las jornadas organizadas por el Ingesa es reconocer que cualquier profesional y también los sanitarios “podemos equivocarnos –no me refiero a la negligencia-, insisto cualquier podemos cometer errores por un accidente o por lo que sea si no hay negligencia y eso se puede entender. Pero lo que no se puede permitir jamás es repetir esos mismos errores”.
Una tesis que refrendó el propio subdirector del Ingesa, Fidel Illana tirando de un latinajo: “Errar es humano, pero perseverar en el error es diabólico”. Para Illana la atención debida y exigencia a la vigilancia por parte del personal sanitario a la seguridad de los pacientes durante sus ingresos hospitalarios debe ser “una lluvia fina” que vaya calando en los profesionales y que acabe por evitar ese 10 por ciento de estancias hospitalarias causadas por eventos surgidos durante los tratamientos y cuidados en el propio hospital. Una disciplina relativamente joven dentro de la sanidad mundial y que arranca como fenómeno de relevancia en el año 2000 cuando un estudio en Estados Unidos reveló que se producían al año entre 40.000 y 90.000 muertes anuales por este motivo, tantas como las que provocaba el cáncer de mama o los accidentes de tráfico. Cifras matizadas después por otro estudio, aunque no demasiado.
Cifras y porcentaje, ese 10 por ciento, que pone de relieve el coste para los sistemas públicos de sanidad que provoca esta falta de atención a la seguridad de los pacientes durante sus ingresos hospitalarios.
Algo en lo que ha coincidido el jefe de Medicina Preventiva del Ingesa, Julián Domínguez, también ponente en las jornadas. Aunque Domínguez lo ha llevado a otro terreno: el de la falta de acierto en las prioridades de contratación de personal, la falta de personal y de medios. Para señalar directamente a los recortes y al Gobierno central como responsable de esa falta de seguridad de los pacientes, al menos en el hospital de Ceuta.
Así para Domínguez no se entiende que se haya dado prioridad a cubrir una plaza de alergólogo (plaza polémica y que conllevó denuncias de enchufismo a la actual dirección del Ingesa) mientras se mantienen vacantes plazas dotadas precisamente en el servicio de Preventiva que tiene encomendado llevar adelante algunos protocolos dictados por el propio Ingesa para mejorar esa seguridad de los pacientes y que hoy por hoy con el personal existente es imposible llevar a cabo. Como dato, Domínguez arrojó que una infección nosocomial adquirida en el hospital por un paciente que se trataba de otra cosa suele acarrear una media de 20 días extras de hospitalización, con el coste que ello conlleva para la sanidad pública.