El cáncer sigue siendo en Ceuta cosa de todos. El de mama, también. Como cada año durante el transcurso de estas mismas fechas, la Asociación Ceutí de Mujeres Mastectomizadas y la delegación caballa de la Asociación Española Contra el Cáncer han unido fuerzas para visibilizar esa causa común en aras de la prevención. El pretexto: el Día Mundial de la referida enfermedad (su cercanía, más bien).

Ambas organizaciones se han colado este 15 de octubre en el Estadio Municipal Alfonso Murube -con permiso expreso de la Agrupación Deportiva Ceuta- para plantar cara un curso más a ese cruel mal que tantas y tantas vidas se ha cobrado de manera injusta hasta el día de hoy.

El fortín de los blancos se ha vestido momentáneamente de rosa minutos antes de dar comienzo el encuentro liguero que ha enfrentado a estos últimos y al Club Deportivo Castellón. Según los datos que maneja la propia Agrupación, algo más de 4.000 aficionados han participado de manera indirecta en el homenaje que han oficiado las dos entidades convocantes.

El acto ha contado con nutrida representación de parte de todos y cada uno de los actores implicados. Del lado de la Ciudad, los gustosos encargados de secundar la propuesta han sido Juan Vivas y Nabila Benzina. El Ceuta, claro está, ha tomado parte en la cita a través de la figura de su propio presidente, Luhay Hamido. Hilda Castro y Jesús María Ferreiro han completado la parrilla de portavoces: la una, en nombre de ACMUMA; el otro, como principal cabeza visible de la AECC en suelo caballa.

Poco antes de que el cuarteto arbitral y los jugadores de uno y otro conjunto saltasen al terreno de juego, Vivas, Benzina y compañía se dirigían al centro del campo para llevar a cabo allí, bajo la atenta mirada de miles de personas, una vistosa e hipnótica suelta de globos.

Ya con el rosa tiñendo el cielo de Ceuta, la Real Federación Española de Fútbol cedía a la consejera de Sanidad y Servicios Sociales el balón con el que se ha disputado el encuentro para que esta efectuara el correspondiente saque de honor. Tras unos breves segundos de confusión, Benzina pegaba a la pelota un sonoro e incontenible punterazo que servía para poner el broche y dar paso al espectáculo.