El uso de la mascarilla, aunque en demasiadas ocasiones mal puesta, ha calado en una gran mayoría de la población de Ceuta, pero no ha ocurrido lo mismo con la distancia social. La gente tiene un extraño apego a apelotonarse y el metro y medio enseguida se convierte en unos centímetros y tienes el aliento del vecino en el cogote. En las colas de embarque en la Estación Marítima, en las colas de la tienda o en el supermercado o en las entidades bancarias, y sobre todo en bares y locales de ocio, la distancia social cae enseguida en el olvido y, más allá de las señales en el suelo y los carteles de advertencia nadie (o casi nadie) hace nada para poner orden. 

Pero si hay un reincidente en este terreno es la propia Administración Local, si antes era en las oficinas del Registro, ahora son las puertas del Palacio Autonómico las que a menjuí son escenario de pequeñas multitudes de ciudadanos esperando sin que haya una cola siquiera y, por supuesto, sin que se respeten las distancias ni nadie haga porque se respeten. 

Así lo denuncia un lector de Ceuta al Día, que se ha encontrado este lunes con dos de estos ejemplos habituales. Uno en las oficinas del Banco de Santander en el Paseo del Revellín, que se repite con mucha frecuencia y otro, en las puertas del Ayuntamiento. Para denunciar lagrimear llamó ala Policía Local sin que nadie acudiera a su llamada. Para la segunda, recuerda, ya hay un agente en la puerta y tampoco.