Juicio

La acusada de desfalcar a una notaría cree que no falta dinero y ve una conspiración para despedirla

Momento del testimonio de la acusada en la Audiencia Provincial.
photo_camera Momento del testimonio de la acusada en la Audiencia Provincial.

Contestó este jueves a las preguntas de todas las partes, dibujando un panorama de mala gestión en la empresa, descartando que ella tuviera cualquier responsabilidad y defendiendo que su cese se debió a que se ausentaba mucho para cuidar de su hija enferma: "Me ofrecieron pagarles 120.000 euros y decir públicamente que simplemente me iba para atenderla"

Una conspiración en la que se juntaría una deficiente gestión -o el interés particular del contable o alguno de los notarios- y el hecho de que se ausentara mucho de su puesto de trabajo para atender a su hija, "muy enferma" en la Península. Esa es según la antigua recepcionista de la notaría de Ceuta, B.G.U. el motivo de que se la acuse de haberse llevado 292.000 euros ocultando algunas de las facturas que ella misma se encargaba de cobrar y archivar. Así lo expuso este jueves ante los magistrados de la Audiencia Provincial, respondiendo a todas y cada una de las preguntas que le hicieron tanto el fiscal, como el letrado de los notarios, además de su propia defensa.

La mujer dibujó con sus palabras un panorama de mala gestión y falta de control en la empresa, de la que fue empleada desde el año 1994, asumiendo mayores responsabilidades, precisamente las relacionadas con el manejo de dinero, a partir del cambio de local. Reconoció, en efecto, que sus funciones eran las expuestas por el resto de testigos, es decir, que cobraba a los clientes, tanto en efectivo, como por cheques -en el caso de las gestorías-, que hacía la hoja de caja y que archivaba las facturas en el programa informático, donde 295 de ellas habrían ido a para a la carpeta de especiales.

Sobre el balance diario, dijo no hacerlo al final de la jornada como expusieron el resto de testigos, sino, al día siguiente. Es decir, "dejaba la carpeta con las facturas del día encima de la mesa y le entregaba el dinero a Jaime (Lloret), el contable, que iba a hacer los ingresos y, al entrar por la mañana, con el anotado del ingreso que había hecho él y las facturas, elaboraba esa hoja que quedaba cuadrada". De esta forma dejó entrever que no hay posibilidad de que ella realizara manipulación alguna de estos conceptos o que pudiera quedarse con dinero.

También subrayó que, el cajón donde se guardaba el efectivo estaba al alcance de todos y que tenía la llave puesta, aunque descarto prácticamente que algún compañero pudiera haber metido la mano. Lo que sí se abonaba de esa caja, según ella, era la limpiadora de la casa de uno de los notarios y numerosos libros para otro, además de los taxis, que se cogían "muchas veces por las tardes", cuando ella "no estaba" en la oficina, por lo tanto no tenía control sobre el dinero que se extraía.

Ese metálico lo llevaba Lloret al banco "sin contar, ni corroborar con las facturas", afirmó, en una de las múltiples respuestas con las que, indirectamente, cuestionó la honorabilidad o al menos la profesionalidad de compañeros y jefes.

El programa informático y las facturas especiales

No se contaban tampoco las facturas, con las que, siempre según su versión, acudía por las mañanas al ordenador. Allí registraba los cobros. "Solo le daba al botón de 'cobrada', nada más", testificó, asegurando ser "completamente nula" informáticamente, por lo que no tenía mayor dominio del programa a pesar de las "nociones mínimas" que les había enseñado la empresa desarrolladora.

Se contradijo B.G.U. sobre su conocimiento o no de la existencia de una carpeta de facturas especiales en el sistema. Primero contó que cuando abría el software aparecían cuatro pestañas, entre ellas, "cobradas, pendientes y dispensadas", además de la controvertida, en la que acabaron casi trescientos resguardos cuyas cantidades, supuestamente, nunca llegaron a la cuenta bancaria de la notaría. Sin embargo, poco después, contestó que no fue hasta el día de su despido cuando conoció la existencia de esta clasificación especial. Luego diría que ea pestaña estaba a la vista de todos.

A mayores, indicó que no tiene idea sobre cómo esos cobros pudieron acabar ahí, aunque teorizó que pudo ser para "no pagar impuestos" o que alguien tratara de ocultar esa información. Sin embargo, su principal hipótesis es que no falta dinero, sino que hubo una "gestión deficiente".

La factura de Al-Andalus y las ausencias de la recepcionista

Por contra, la notaría estima en al menos 292.000 euros el dinero evadido, en virtud de la investigación que, tanto de manera interna, como por peritos de seguros, se llevó a cabo. Estas indagaciones comenzaron el día en que se echó en falta una factura de la empresa Al-Andalus, encontrándose corregida con típex la cuantía de la hoja de balance del día y apareciendo esta en la carpeta de especiales, de la que luego saldrían las restantes hasta sumar la cantidad desfalcada.

B.G.U. defendió ante los magistrados que ella había acudido a realizarse una cirugía ese día y que por tanto no cobró el recibo que destapó el pastel y que tampoco hizo las anotaciones, solo "corrigió la cantidad, en la jornada siguiente, al ver que algunos de los apuntes que había hecho el compañero que le sustituía no estaban correctos de cara a cuadrar la hoja de balance".

En el día de marras, recuerda, fue al despacho "a eso de las dos de la tarde", encontrándose "sedada, pero con mucho dolor", porque les habían citado para una reunión "muy importante" en la que les advirtieron de la mala marcha económica de la notaría: "Dijeron que costaba tres mil euros al día subir la persiana y que teníamos que ponernos las pilas", relató la acusada, sobre un encuentro que ninguno de los testigos del caso alcanzó a recordar durante las jornadas previas de la vista.

En ese sentido, la recepcionista incidió en que existía malestar hacia ella por parte de los notarios debido a que se ausentaba "de manera frecuente" para ir a cuidar de su hija "muy enferma" a la Península.

La conjunción de estos factores, véase, la situación económica de la empresa -en parte debida a la falta de rigor de compañeros y notarios, que cometían errores de anotación y dispensaban o rebajaban facturas- y el malestar por su absentismo habrían desembocado en su despido: "Me ofrecieron pagar 120.000 euros y decir a cambio públicamente que simplemente lo dejaba para cuidar de mi hija", zanjó.

Viajes, un estanco e ingresos

Fiscalía y acusación particular se lanzaron a cuestionar el patrimonio de la mujer, que ella catalogó de "muy normal". "Yo ganaba 1.800 euros al mes y él es abogado, tiene meses de 2.000 euros, otros de 10.000 y algunos de 30.000, como todos los abogados". Con esas cantidades, a juicio del Ministerio Fiscal, ambos mantenían una "intensa actividad viajera", con desplazamientos a "Eurodisney, Monza, Londres y Budapest, entre otros muchos lugares". B.G.U. puntualizó que son vacaciones "realizadas a lo largo de varios años y que no difieren de las que podían disfrutar otros de sus compañeros de la notaría".

El hecho de que la mujer -se entiende en conjunto con su esposo- adquirieran un estanco en la Marina hasta entonces propiedad de su suegra por 200.000 euros fue otro de los puntos de ataque del abogado de la acusación. Esta dijo que gastaron "50.000 euros, todo lo que tenían ahorrado, en pagar la entrada y que ahora están devolviendo el resto con las once horas" que trabaja en la expendeduría. También consta la compra a la madre de su marido de una plaza de garaje.

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