“¡Boza!, c'est fini”
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Un inmigrante se tira exhausto mientras sus compañeros le arrancan la ropa.

Las últimas plegarias de la Musal-la, el rezo colectivo al aire libre que sirve de inicio al Aid El Kebir, la fiesta del cordero, se mezclaron esta mañana en Ceuta con los gritos de “¡boza!” de los inmigrantes que, apenas unos minutos antes, habían saltado la valla fronteriza que separa la ciudad autónoma de Marruecos. Fieles y migrantes se mezclaban en el acceso de la explanada donde se acababa de celebrar el rezo entre felicitaciones mutuas; unos, porque celebraban el inicio de su fiesta grande, los otros porque empezaban una nueva vida y dejaban atrás el infierno.

SALTO A LA VALLA 22 08 18    72-39“C’est fini”, era el grito más repetido junto al habitual “boza” (victoria) en este último salto masivo a la doble valla fronteriza, que deja un saldo de 116 subsaharianos más acogidos en el centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta, que suma con los recién llegados más de 1.300 acogidos, el doble de su capacidad. En el asalto, en el que participaron alrededor de 300 migrantes de los que solo lograron pasar un centenar, siete agentes de la Guardia Civil resultaron heridos leves con quemaduras provocadas por la cal viva y el ácido de baterías de automóvil, usados como arma arrojadiza por los asaltantes, replicando la táctica del pasado 26 de julio, cuando lograron acceder 602 subsaharianos.

Como en otras ocasiones, los migrantes han recorrido a la carrera la ciudad desde el perímetro fronterizo al CETI, con la singularidad que en esta ocasión era a plena luz del día, pasadas las 09.30 horas de la mañana y en una jornada festiva en el que los ceutíes musulmanes, casi la mitad de la población, se desplazan por la ciudad desde primeras horas para celebrar en familia el Aid el Kebir.

En lento goteo, durante más de una hora, los 116 hombres, muchos de ellos muchachos, han ido llegado al CETI eufóricos y exhaustos, arrancándose la camisa de alegría. A su paso iban quedando sus ropas, su calzado, esparcidos por la carretera mientras se dirigían a la carrera hacia el centro de inmigrantes, dejando atrás con facilidad al reportero pese a haber sobrevivido meses, incluso años, en los bosques cercanos a la frontera de Ceuta y acabar de saltar una doble valla coronada con cuchillas.

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“Boza, boza. C’est fini, c’est fini”, repetían incansables también a la puerta del CETI, donde una unidad de la UIP de la Policía Nacional contenía a duras penas a los migrantes, unos con el torso lleno de sangre, las manos y las piernas con la huella profunda de las cuchillas de la concertina, varios enarbolando banderas de España y la Unión Europea. Uno incluso aún cubierto con gafas de protección, aun manchadas de lo que parece la cal viva arrojada a la Guardia Civil durante el asalto.

SALTO A LA VALLA 22 08 18    72-34SALTO A LA VALLA 22 08 18    72-12

Han sido necesarias casi tres horas para confirmar la cifra exacta de inmigrantes que habían logrado entrar en territorio nacional, una vez sorteados todos los obstáculos, incluida la Guardia Civil. “Hundreds”, resumía un muchacho de Guinea Conakry, que llegaba en las últimas tandas, cojeando por un profundo corte en el pie.

Dentro, en el CETI, todos los internos, más de un millar, se agolpaban en la verja dando la bienvenida con vítores a los recién llegados. La alegría es doble, por sus compañeros, que han puesto fin a muchos años de diáspora al pisar suelo español, y la suya propia. Con la última entrada, el CETI está más que desbordado, con más del doble de acogidos del que permite su aforo, con lo que deberán acelerarse los traslados a la Península de aquellos que más tiempo llevan en las instalaciones del CETI, con especial atención a las familias. C’est fini.

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“¡Boza!, c'est fini”


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