-" Entre nosotros ¿tiene si quiera una vaga idea de lo que se hace ahí?

- Tengo una idea muy clara, se trata de amor.

- ¡Es ilegal!

- Eso nos demuestra en el mundo en que vivimos. El amor es ilegal, pero el odio no. Puedes odiar en cualquier parte y a cualquier persona, pero si quieres un poco de ternura, una sonrisa a la que abandonarte, tienes que esconderte en rincones oscuros como un criminal”, al inicio de la película de Billy Wilder, Irma la Dulce, el policía que intrepreta Jack Lemmon y el barman que encarna Lou Jacobi tienen esta conversación que bien podría haberse reproducido en la madrugada del pasado domingo en Arcos Quebrados. Fue entonces cuando agentes de la Policía Local pusieron fin de forma abrupta a la celebración de una boda en la que festejaban, sin permisos y sin medidas contra la covid, al menos medio centenar de personas, según ha informado el propio Cuerpo a través de un comunicado.

Fue de madrugada cuando el 112 recibió una denuncia de un vecino del barrio. Estaba molesto por el ruido de una fiesta en un local cercano. Hasta allí se desplazó una dotación de la Policía Local para ver qué ocurría. Nada más llegar las puertas del local se cerraron para impedir que accedieran al interior. Nadie respondía a las reiteradas llamadas.

Pero los agentes pudieron ver por una de las ventanas una gran cantidad de personas. La mayoría abandonaban la fiesta por la azotea y por la cocina, a la carrera y sin uso de mascarilla obligatoria, según recoge el comunicado.

A los agentes aún les quedaba un truco en la cartera para lograr que les abrieran la puerta. Advirtieron a los de dentro de las posibles consecuencias penales de la desobediencia a las órdenes legales dictadas por los agentes. Así lograron que les abrieran la puerta del establecimiento. Una vez dentro, los agentes comprobaron que aún quedaban alrededor de unas 30 personas que celebraban una boda, mientras que otras 20 ó 30 se habían dado a la fuga, siendo imposible su detención.

Los agentes localizaron entonces al responsable del evento que reconoció no tener autorización de la Consejería de Sanidad para celebrar el evento e incluso desconocía las medidas que debía tomar para la prevención del virus. Así, los policías levantaron acta de denuncia.

Tras el organizador de la fiesta, los agentes intentaron localizar al dueño del local que permitió la celebración. Tampoco tenía permiso ni licencia, y se mostró, según la nota policial “negativo ante la falta de colaboración de los asistentes”. Todo el parte ya lo tiene la Consejería de Sanidad para abrir un correspondiente expediente sancionador.

Los novios no podrán decir que su boda no fue inolvidable.