Mientras la campaña electoral sigue su curso y los partidos políticos se afanan en hablar de empleo, creación y redistribución de riqueza, igualdad y mil parabienes más que mejorarán su vida hasta convertirla en una dicha constante desde el mismo lunes 21 –sólo si ganan-, en Ceuta la vida, la de verdad, sigue su curso. Y tanto este lunes como este martes las porteadoras han vuelto a repetir la maniobra que les garantiza el éxito para cruzar sin demora con sus mercancías (su jornal) a la frontera marroquí saltando de un golpe el área española.

En tromba, cientos de porteadoras han asaltado las dependencias españolas de la frontera cargadas con sus bultos sin que la Guardia Civil haya confirmado ningún herido ni el lunes ni este martes. Tampoco en el lado de la Policía Nacional.

No consta mal alguno tampoco en las porteadoras. En general, las porteadoras no constan. Lo que sí se sabe de forma extraoficial es que el número de personas dedicadas a hacer el transporte del Tarajal a Marruecos se ha vuelto a disparar, algunas voces hablan de tres veces, otras de hasta el cuádruple de porteadores.

Las tarifas por bulto han vuelto a subir, aunque no como llegaron a estar hace un año cuando el problema alcanzó su punto álgido.

Una vez traspasada el área española, las porteadoras se han quedado retenidas en la zona internacional, Marruecos ha cerrado las puertas de entrada este martes y las ha ido filtrando poco a poco.

La avalancha se forma ante el cierre temprano del Biutz que deja a muchas aún con mercancía en la espalda y no les queda más remedio que afrontar la salida de la misma por el paso fronterizo del Tarajal.

Un paso pensado para personas, no para mercancías y en el que la ausencia de la aduana comercial reclamada por los empresarios españoles desde hace décadas provoca que muchas personas acaben buscando ganarse la vida transportando mercancía a la espalda. Un comercio atípico que produce pingües beneficios y da de comer a muchas familias a un lado y otro de la frontera y que sigue sin regularizarse por ninguna aduana comercial.

La realidad se impone a pesar de que el Tarajal no sólo separa España de Marruecos sino también la Unión Europea de África. Un estatus el de frontera exterior de Europa que no ha hecho poner la mirada sobre la realidad diaria del paso salvo cuando el drama de la migración ha golpeado al mismo en forma de muerte. Las condiciones de semiesclavitud que se dan en el contrabando consentido por España y Marruecos, la falta de supervisión y control de lo que entra y lo que sale en unas condiciones dignas y regladas nada parecen importar a las autoridades europeas a las que jamás se les leyó o escuchó apremio alguno sobre la situación.