José Miguel Antúnez, policía local y delegado sindical de UGT, una persona muy querida en el Ayuntamiento y entre sus compañeros, ha dejado este 3 de octubre un vacío que ha golpeado profundamente en su casa y fuera de ella tras haber pedido la vida a la edad de 47 años.

Su muerte, repentina e inesperada, ha puesto la piel de gallina a todo el que lo conocía. El funcionario había acudido recientemente a Barcelona para operarse de la espalda; "una hernia", puntualizaban desde la central sindical. Antúnez regresó a Ceuta y, a pesar de que, aparentemente, todo fue bien, "ayer, comenzó a encontrarse mal".

Según cuentan desde UGT, el agente empezó a tener fiebre y fuertes molestias en una pierna. Se fue al Hospital Universitario, donde "le echaron para casa" y le dijeron que todo estaba "en orden".

Este mediodía, se marchó a su domicilio porque no terminaba de encontrarse bien: decía que iba a "descansar una rato". De nuevo, empezó a subirle la fiebre; tanto, una ambulancia tuvo que ir buscarle. El final es el ya relatado.

Antúnez deja huérfanos a dos hijos: uno de ellos, ya en la universidad; el otro, más pequeño; ambos, desconsolados como la familia que él mismo eligió, familia que había ido construyendo a lo largo de los últimos años y a la que su fallecimiento deja igual de compungida. Descanse en paz.