- Han pasado ya 8 años desde la constitución por un grupo de ciudadanos comprometidos con España del partido UNIÓN, PROGRESO y DEMOCRACIA, y hace poco (el pasado 27 de octubre) se cumplieron los 8 años de la constitución de la entonces denominada coordinadora territorial de UPyD en Ceuta.

Previamente se habían organizado coordinadoras de ciudadanos en diversas provincias y entre ellas Ceuta, sin otro apoyo que una conexión personal de internet y sus propias ilusiones. Hoy más que nunca se justifica la creación de UPyD, tenga o no tenga un resultado satisfactorio en las urnas.

Se ha hablado mucho de las reglas del juego. Esas reglas del juego de la política al uso, en las que si no se entra no eres visible. Reglas del juego en las que la financiación pública juega si no el papel más importante, es decisiva para que los grandes partidos, grandes solo por ser aún (aunque ya no tanto) mayoritarios, sigan siendo mayoritarios. De forma que se usa el dinero de todos para que unos cuantos sigan en el poder. Visión clientelista de la política asumida por demasiada gente.

Alguien escribió que el precio de la grandeza es la responsabilidad. Y ese es el problema precisamente de nuestra España actual. La historia se repite, y la falta de responsabilidad parece la norma.

Parece increíble escuchar y leer que el PSOE, partido socialista (por sus siglas supongo nada más), supuestamente obrero y español solo por la E, tiene que refundarse. Y buscar un nuevo líder ... Seguramente para seguir troceándose desde un punto de vista supuestamente federal con partidos y hasta grupos parlamentarios diferentes como el PSC.

También parece increíble escuchar y leer cómo el partido que supuestamente cohesionaba España, propone una nueva financiación para Cataluña. Y alardes como que en Ceuta alguno de sus líderes hable de que no hay quien les gane en transparencia.

Quizá no vivimos en la misma ciudad todos, ni en el mismo país. Quizás algunos han renunciado al proyecto común de España, y piensan en un estado confederal o federal asociado con diferencias no solo asimétricas sino básicamente identitarias, pero sin un nexo, ni siquiera de bandera. Yo lo tengo claro, y desde UPyD siempre se ha tenido claro también. Esos traicionan a España. Algunos incluso se visten de banderas tricolores, pensando que por eso son más demócratas. Otros que son más españoles que nadie porque invadieron la Isla de Perejil. Parafraseando al poeta que escribió que a los de izquierdas se les llena la boca de pueblo y a los de derechas de patria. Ahora cualquier español que no sea sectario (Castelar ya lo afirmó que los españoles somos antes de nuestra secta que de nuestra España) no puede compartir ni una cosa ni otra, y menos aún compartir localismos y nacionalismos trasnochados. Nuestro proyecto común se llama Europa y no una aglutinación de regiones, territorios, nacionalidades o comunidades autónomas como caballos tirando del carro pero cada uno para un punto diferente del horizonte.

Por eso decía que ahora más que nunca se justifica un proyecto como el de UPyD, progresista, laico, transversal. De ideas y no de ideologías que constriñen. De un proyecto común que en la historia fue grande y puede volver a serlo. Porque ser patriota no es estar dándose golpes de pecho en la tele y en los medios de comunicación todos los días. Ser patriota es trabajar todos los días en pos del bien común. Cumplir en el día a día de tu trabajo, de tu empresa, de tu escuela, de tu hospital, de tus obligaciones en tu casa. Yendo a menos tertulias radiofónicas y trabajando más. Si todos hubiéramos hecho lo que nos correspondía hacer hoy no estaríamos arruinados gracias a los que nos han gobernado y engañado con proyectos falsos. Unos basados en la igualdad y otros basados en las burbujas económicas. Llámense Rato o Zapatero.

Que la ciudadanía deje de estar anestesiada por los partidos mayoritarios, o encandilada por nuevos encantadores de serpientes, es un reto. UPyD se propuso despertarla. En ello estamos, y si no lo conseguimos, habrá merecido la pena. Como en la lápida del estadista alemán ( "Ich habe es versucht" = "Lo he intentado" ) diremos que al menos lo intentamos.