Javier Ángel Díez Nieto

Quizás… algunos no lo entiendan, pero aun en esta sociedad hedonista en la que nos movemos, todavía hay algunos que consideramos que la dignidad y la reputación personal son importantes como sentimientos que van más allá de nuestras ambiciones. Son los que muchos consideramos como hombres de honor. Porque la dignidad es importante para sentirse bien con uno mismo ya que nos diferencia de los animales quienes solo procuran satisfacer sus deseos mas inmediatos. Sin embargo…no es esto a lo que nos tienen acostumbrados nuestros actuales gobernantes. Por ello insisto que ¡Al fin…algo de dignidad! Y esta dignidad personal es la que nos ha mostrado un juez del tribunal Supremo renunciando a su ya ofrecido alto cargo como presidente del más prestigioso tribunal español. Y todo ello porque le ofendía la sospecha confirmada de que su nombramiento era un mero pretexto político que lo único que pretendía era convertirlo en una dirigida marioneta de otros intereses bastardos diferentes a lo que debe ser la justicia.

Por el contrario estamos hastiados de ver ejemplos contrarios, donde la ambición personal supera esos necesarios valores humanos que dan sentido a lo que llamamos bonhomía. Y son por ello (…) por su escasez valores que deben ser exaltados como ejemplo para todos. Porque no son valores muy admirados actualmente donde el materialismo y la satisfacción personal de los ombligos suelen ensombrecer toda la vida política de nuestros dirigentes. El engaño, el sigilo, la trampa, la mentira y sobretodo la necesidad de convencer a las gentes con sus trapacerías, son armas que continuamente se utilizan para manejar las conciencias de los ciudadanos, buscando un voto que les mantengan en el poder.

De esta manera, estamos acostumbrándonos a tener al frente de nuestras ciudades a personajillos que tan solo tienen el poder que les da su cargo, lo que les permite crear clientelismo político con sus prebendas y seguir manteniéndose en el sillón. Más en el fondo son solo gentes con una cierta potestad derivada de su situación (…) si (…) pero carentes de la verdadera autoridad y respeto que solo los grandes con honor tienen. Estos en su mediocridad se sienten grandes, más en el fondo son solo pobres hombres y mujeres sobre los que la historia pasara por encima olvidándolos en el mismo segundo en que dejen su sillón de poder.

Por ello, siempre es admirable y ejemplar que alguna persona de vez en cuando, apartándose de la mediocridad que supone el conseguir algo personal, decide apartarse de todo ello y manifestar libremente su deseo de ser digno ante los ojos de los demás. Son cosas que apenas se valoran, pero vivir con dignidad da sentido y dirección a la vida de una forma tan imperiosa e importante que nada ni nadie podrían comprender, salvo que la valora. Porque la dignidad es necesaria para los hombres o mujeres de valía.

Ignoro, si esta decisión que personalmente admiro, fue producto de una decisión personal del magistrado (…) creo que sí (…) o simplemente fue un acto empujado por la vergüenza ante los hechos que últimamente salpican a la justicia española y que en esta pocasión se ha mostrado tan palpablemente con el WhatsApp de un alto cargo político. Pero el hecho es digno de admiración y como tal la tengo sobre este juez del tribunal supremo. Muchos otros, como también sabemos y conocemos aguantarían al máximo la prebenda del sillón al costo personal que fuera en su dignidad. Porque (…) a fin de cuentas, con su decisión rompe con la sospecha de que la justicia española no es independiente el poder político. Y los españoles necesitamos gente digna y con autoridad para que respetándolos estemos tranquilos con sus decisiones. Porque esta gente con autoridad y potestad son los líderes respetados que necesitamos como hombres de gobierno para nuestras ciudades y nación.

En fin (…) a ver que nos cuentan ahora nuestros políticos sobre la cacareada independencia judicial.