S. J.

Podríamos hablar de la cansina política, que si los pactos, que si esto, que si lo otro, y cada vez (qué mala es la edad...), te das más cuenta que desde la izquierda hasta la derecha, cada vez, quedan menos Julios Anguitas en política, menos gente realmente honesta; malos tiempos para Kant. Ergo dejo la política aparcada.

Podríamos hablar de la pandemia, de las distancias de seguridad, de las mascarillas, de la gente irresponsable. Pero, ¿para qué?, si el primer irresponsable soy yo y además no tengo ni idea de cómo actuar ante tanto contagio e incertidumbre. Por lo que, dejamos la pandemia aparcada.

Visto lo veleidosa que es la vida, prefiero escribir hoy sobre la amistad y mis amigos, los que conozco desde pequeño, desde el colegio, tengo otros tantos más, pero hoy hablaré sobre ellos, porque ahí no hay veleidad. Ejemplo, si les vale para entenderlo, de lo pronto que olvidamos, puede ser el caso de Messi. El mejor futbolista que he visto (soy madridista...), y quizás de la historia, al que habría que ponerle su nombre al campo de fútbol, yéndose por la puerta de atrás y a escondidas, tremendo. Dejemos este tema para otro día.

Mis hermanos se enfadan (sé que en realidad no) cuando me escuchan decir que a ellos no los quiero más que a mis amigos, pero es que es así, el vínculo lo puede marcar la sangre, pero también lo puede marcar otras cosas, cosas que yo siento por mis amigos.

Lo conocí con 12 años, aún recuerdo cómo. Desde el principio supe que era especial, desprendía carisma, liderazgo. A fecha de hoy, su casa es la de todos, pero más la mía...me "acoge" cada fin de semana que voy a Jerez, con dos hijas adorables que me llaman tito,  y la admiración que siento por él como deportista (sigo pensando que es el mejor jugador de fútbol sala nacido en Jerez, y esto no es una opinión...), no tiene ni punto de comparación con la admiración que siento como persona y amigo. Ese es mi amigo Miguel Ángel.

Al siguiente también lo conocí con 12 años, como a casi todos. La persona más honesta y ética que conozco; si quieren confiar en alguien, conózcanlo. Capaz de decirte a la cara todo lo malo que vea de ti sin parpadear, pero incapaz de hablar mal de ti a tus espaldas. Además, es un tanque, todo fuerza mental, lo admiro, lo envidio, yo, porque soy débil, súmenle que es el tipo con más ingenio y más divertido que conozco, tanto que es del Betis, con él las risas están garantizadas. Ese es mi amigo Fernando.

A este lo conocí más tarde, cuando coincidimos en el Xerez C.D. Sin duda esta persona ha sido el gran descubrimiento del grupo. Lo hemos acogido y lo hemos dejado entrar en nuestro círculo (cosa harto complicada) porque su corazón es inversamente proporcional a su estatura (cuando jugábamos al fútbol, su madre a gritos en el campo me gritaba que no le dijese "enano" a su hijo, literal...) y porque casi a diario nos enseña algo. Capaz de hacerte ver, razonándolo, que hay parte blanca en lo que parece negro, siempre aportando algo diferente, siempre haciéndote pensar. Sin dudas un gran consejero, podría forrarse si quisiera. Ese es mi amigo Fermín.

"Yo ya los encontré: sus recalcitrantes y obstinadas maneras para no querer aceptar, abiertamente y de una vez por todas, que, de todos, el que podría haber haber comido de una cosa llamada fútbol era yo, y lo sabéis..., bellacos"

Al de Granada también lo conocí con 12 años. Sin dudas el peor futbolistas del grupo, único al que he visto mover los brazos al correr pero moverse para atrás, desafiando cualquier ley física, pero con una bondad que ni Mahatma Gandhi. Capaz de arreglarte desde un calentador hasta una trócola, es el "manitas" del grupo, eso sí, que no te enganche en una conversación sería porque entonces tienes que aparcar tu vida para las próximas tres horas y como te coja con una copita de más entonces da el día por perdido. Ese es mi amigo Carlitos.

Y por último, el más listo del grupo, el más inteligente, entendiendo por ello la capacidad de análisis, de comprensión,  de asimilación de conceptos cuando de estudiar se trata. Introvertido y especialmente singular, capaz de dejar el mundo bancario por no engañar a clientes y a sí mismo..., y dedicarse a cuidar desde cerdos a caracoles. Todo coherencia pero terco como una mula. Eso sí, a todo jugaba bien. Ese es mi amigo Francis.

No sé cómo serán los suyos, pero estos son los míos, mi familia, y tengo mucha suerte: no hay dobleces, no hay traiciones, me siento seguro, me dan paz.

Una vez, la mujer de uno de ellos me dijo que yo no veía defectos en mis amigos: correcto, pero eso es imposible, porque todos los tenemos. Yo ya los encontré: sus recalcitrantes y obstinadas maneras para no querer aceptar, abiertamente y de una vez por todas, que, de todos, el que podría haber haber comido de una cosa llamada fútbol era yo, y lo sabéis..., bellacos. Un abrazo para todos.