Hace ya dos meses y medio que no cambian el aceite en las cocinas del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). El congelador está vacío y estropeado, solo tienen arroz, patatas, pan y agua del grifo. Poco más. “La situación es crítica”, alerta una de las trabajadoras, “y si pasa algo seguro que no echan la culpa a nosotras”, augura.

Los seis trabajadores (una cocinera, cuatro pinches y un marmitón) hacen lo que pueden cada día, viendo cómo, para su desesperación, la Administración se hace cargo del pago a los proveedores para garantizar el servicio de comedor, pero no hace lo mismo con la nómina de los trabajadores.

El último ejemplo de este trato desigual tuvo lugar el pasado viernes. La empresa proveedora de pan avisó al CETI que el viernes hacía su última entrega ante el impago de las anteriores. Menos de 24 horas después estaba solucionado, la Administración pagó la deuda y el sábado volvía a haber pan en la cocina del CETI. “Pero no hay dinero para los trabajadores y llevamos más de dos meses trabajando gratis “.