Samia Hossain Hamido

Tolerancia es respetar las opiniones, ideas o actitudes de las demás personas aunque no coincidan con las propias, es entender que se puede ser igual y diferente a la vez. Una persona tolerante, no odiará y no discriminará a nadie.

Los niños nacen sin prejuicios, los van adquiriendo a partir de lo que observan en su entorno, al igual que los valores, éstos se transmiten de padres a hijos por lo que tenemos una gran responsabilidad ya que la tolerancia es uno de los grandes principios para vivir en sociedad.

Para enseñar a nuestros hijos a ser tolerantes es esencial que en la familia no discriminen. Los niños están muy atentos a lo que ocurre a su alrededor. Por todo ello ser un ejemplo es sin duda la mejor prevención contra la intolerancia.

Debemos incorporar como ingredientes básicos en nuestro día a día el respeto, la educación en valores y la igualdad fomentando la capacidad de ponerse en el lugar del otro para conseguir una convivencia ejemplar.

Tal y como dijo Arthur Ward “Cuando tratamos de descubrir lo mejor que hay en los demás descubrimos lo mejor de nosotros mismos”. Ser tolerante es una forma de vida, no significa aguantar sino comprender, aceptar y saber afrontar.

Todos somos diferentes y esas diferencias deben enriquecernos y no hacernos mantener prejuicios y sesgos que finalmente repercuten en nuestra felicidad y en la de los demás. Aceptar la diversidad de opinión social, cultural y religiosa nos hará libres, más íntegros y más felices.

Mi padre me enseñó que lo más importante en la vida es ser buena persona porque si no lo eres no podrás ser buen médico, ni buen profesor, ni buen padre/madre… “No le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”.

No debemos permitirle a nadie que nos diga como tenemos que pensar, que nos diga que tenemos que odiar a los demás por ser diferentes, que nos diga que discriminar al débil es lo que se merece, porque discriminar a una persona es discriminar a todas. Cansada estoy del discurso que criminaliza a los MENA mientras nuestros hijos duermen en sábanas de franela y que fomenta el odio al inmigrante mientras nosotros tenemos comida caliente. Realmente preocupante son los discursos racistas que se estan normalizando desde el auge de la extrema derecha.

Afortunadamente aun somos muchos y muchas los que queremos que en nuestra ciudad reine la tolerancia y mueran el odio, el racismo y la discriminación. No dejemos que nadie acabe con nuestra ciudad solidaria y multicultural.