Mohamed Mustafa

El Gobierno del PP en Ceuta afirma haber encontrado la fórmula para acabar con la tasa de paro juvenil más alta de toda España. Con el reclamo de cuatro mil puestos de trabajo directos, y convencidos de poder atraer a las empresas del juego online que huyen de Gibraltar por la incertidumbre generada por el Brexit, han sacado adelante una rebaja de los impuestos a este tipo de actividades que va desde el 4% al 0,5%. Nos dicen que han encontrado el santo grial de la economía, y que Ceuta, una de las ciudades más empobrecidas en las últimas dos décadas, puede volver a tener un nuevo modelo económico capaz de generar riqueza y empleo.

A nadie se le escapa que los juegos online son un tipo de negocio que está en auge en nuestro país. Es imposible poder ver un partido de fútbol, de baloncesto u otro espectáculo deportivo relevante sin tener que consumir más de diez anuncios de casas de apuestas, juegos e invitaciones de figuras del deporte a apostar. No cabe la menor duda de que están en expansión, y de que hay grandes multinacionales del juego operando ya en nuestro país. Unas multinacionales que debemos apuntar tiene sus sedes sociales en Reino Unido, Irlanda o Malta.

Lo que propone el PP es disputarle a Malta esas empresas que huyen de la incertidumbre generada en el Reino Unido haciendo a Ceuta fiscalmente “más competitiva”. Sin embargo, aunque esto pueda parecer una buena idea, esconde un hecho que deja a Ceuta fuera de combate ante el reclamo maltés, y es la autonomía regulatoria que no tiene nuestra Ciudad debido a su estatus jurídico. La propia Asociación Española de Juego Digital (la patronal de estas empresas), a través de Iñaki López, señalaba esta debilidad al afirmar que si bien es cierto que las nuevas condiciones fiscales eran muy interesantes, la capacidad regulatoria, que es algo de la que no disponen Ceuta y Melilla, les restaba competitividad frente a la Isla de Malta que sí la tiene. Por lo tanto, es una falacia que nos encontremos ante una salida infalible a nuestro débil modelo económico. Más bien hemos salido a jugar, valga la expresión, frente a un rival que dispone de mejores recursos que nosotros.

Pero al margen de que la jugada salga bien o mal, hay otras preguntas aún más relevantes: ¿queremos los ceutíes un modelo económico basado en esta actividad? ¿queremos fomentar una economía basada en la miseria ajena?

Este crecimiento de número de jugadores ha traído consigo más miseria, más ludopatía y más precariedad aún. Una plaga que viene golpeando de forma más severa a las nuevas generaciones digitales (menores y jóvenes fundamentalmente). ¿Es esto lo que queremos como modelo económico? ¿Es esta nueva droga digital la solución para Ceuta? Yo no lo creo, ni la deseo para mi pueblo.

Economía de la miseria ajena; es así como el periodista y escritor Julio Embid denomina a este conjunto de negocios cuya generación de beneficios se obtienen principalmente de la pobreza, desesperación y la crisis de los demás (algo que, desgraciadamente abunda mucho en Ceuta). Un tipo de negocios que han existido siempre, pero que proliferan con mayor virulencia durante los periodos de crisis económica. Locales para apuestas deportivas y negocios tipo “compro oro” son algunos ejemplos de esta economía depredadora que suelen abundar fundamentalmente en la periferia de las ciudades. En Ceuta también las podemos ver si nos fijamos en las calles de barrios como el de Jadú o Los Rosales. Han llegado hace ya un tiempo y han prosperado sin necesidad de una rebaja fiscal. Su principal baza es hacer creer a los potenciales jugadores que sus conocimientos deportivos les valdrán para obtener una alta rentabilidad con un gasto que se antoja asumible. Además, muchos de estos jugadores, ven en este juego una forma de mejorar su precaria situación económica a cambio de unos pocos euros apostados por el primer gol, por la primera tarjeta amarilla, y cientos de combinaciones que se presentan como presumibles gracias a esos conocimientos deportivos previos que todos tenemos.

La consolidación de este tipo de negocios ligados a una crisis económica que no acaba de irse, la omnipresencia de internet en nuestro tiempo libre y la regulación favorable en nuestro país y en los demás países del entorno europeo, han propiciado que el número total de jugadores, y de nuevos jugadores en España, hayan crecido de forma constante desde el 2012. Y a su vez, este crecimiento de número de jugadores ha traído consigo más miseria, más ludopatía y más precariedad aún. Una plaga que viene golpeando de forma más severa a las nuevas generaciones digitales (menores y jóvenes fundamentalmente). ¿Es esto lo que queremos como modelo económico? ¿Es esta nueva droga digital la solución para Ceuta? Yo no lo creo, ni la deseo para mi pueblo.