Antonio Gil Mellado / Imagen de archivo
Antonio Gil

La Educación es, sin ningún género de dudas, el principal pilar de una sociedad. Luego vienen la Sanidad, los Servicios Sociales…, pero, sin un buen nivel educativo, sin cultura, un país es mediocre y su sociedad vulgar. Les aseguro que no hay nada más detestable que la mediocridad.

Tal vez por eso, para conseguir un modelo educativo duradero y estable, el consenso se tiene que producir entre los profesionales de la Educación. De ahí que los profesionales tienen que tener siempre la última palabra a la hora de consensuar el modelo educativo que necesita nuestro país; en ellos y sólo en ellos se puede confiar una misión tan importante.

Que el destino del modelo educativo, que tanto se necesita definir de una vez por todas en nuestro país, lo estableciera un grupo de expertos profesionales de la enseñanza, sería perfecto, pero… tal vez sea mucho pedir. Una vez más se aprueba una ley con fecha de caducidad, esta vez se aprueba una ley para contentar a unos pocos oportunistas sediciosos que sólo buscan romper España.

Mientras muchos españoles soñaban con que una luz iluminara al Gobierno, la ministra de Educación seguía aunando fuerzas entre oposición y sindicatos contra sí misma y contra la ley que finalmente ha impuesto. La LOMLOE, también conocida como ‘la Ley Celaá’ nace, con bomba lapa incluida, para morir prematuramente.

Celaá no sólo no consigue tener el plácet a su monstruoso plan, sino que logra unir y tener totalmente en su contra a oposición, sindicatos, asociaciones educativas, etc. Casi todos los españoles nos preguntamos si no bastaría con mirar a países con un notable éxito en su sistema educativo y consensuar sobre éste todas las ventajas que se observen. Un modelo que no se le reconozca por el nombre del ministro de turno.

Es sabido que los modelos impuestos no suelen durar mucho y los años siguen pasando. Con ejemplos como la ley que nos acaban de imponer ¡qué lejos queda todo lo que es razonable!

Soñemos… soñemos por un momento en que llegará un político que se interesará porque nuestros jóvenes tengan un sistema educativo basado en el desarrollo del razonamiento y la empatía como lo hace el sistema pedagógico Waldorf desde hace cien años. Este eminente pensador, fundador de la antroposofía, era un señor que nos dejó un legado solo visible para unas cuantas personas con mentes abiertas, con capacidad de ver lo que otros no ven. Soñar no es malo.

Dicen que le preguntaron a la canciller Ángela Merkel por qué Alemania gastaba tanto dinero en educación, a lo que ella respondió: “No hacerlo cuesta más caro”. Para ella es una inversión; como tiene que ser. ¡Quién tuviera una Ángela Merkel en su país!