frontera española tarajal
Imagen de recurso.

Juan Redondo

Es natural que las criticas vayan dirigidas hacia aquellos que tienen la obligación de buscar o al menos plantear las soluciones a los diversos problemas que como ciudad nos aquejan, pero en este asunto del caos fronterizo y de cómo este afecta al comercio local la ecuación parece no estar tan clara.

En este caso es evidente la notoria disparidad de visiones que sobre este asunto tienen todos los actores implicados en el problema, en especial la de los comerciantes, pues lo que para unos es un problema para otro no lo es y claro llegar a acuerdos en estas condiciones es sumamente complicado.

Mientras tanto la casa sin barrer, como vulgarmente se dice, y la situación de Ceuta cada día más complicada por un comercio transfronterizo que si alguna vez fue beneficioso para el comercio local en su conjunto, hoy ya no lo es, siendo el balance totalmente perjudicial y llevando a toda una ciudad al más absoluto caos. Dadas las circunstancias a muy pocos les cabe ya la menor duda que este asunto de la frontera y los polígonos requiere de soluciones drásticas y en esta ocasión debo coincidir con el consejero de presidencia, cuando hace unos días declaraba que las “heridas primero hay que desinfectarlas para que luego se curen”.

El problema está definido y el remedio aunque doloroso, es el único posible, no queda más camino que el cierre de esos polígonos fronterizos, eso sí, dando la opción de reubicar en otros lugares de la ciudad a aquellas empresas que así lo deseen, que demuestren la viabilidad de su negocio al margen del porteo y que sobre todo se encuentren al día en sus obligaciones fiscales y tributarias. Soluciones drásticas, pero que se muestran como las únicas posibles, máxime cuando se puede comprobar como fluye la actividad comercial que de verdad interesa a Ceuta, cuando se paraliza el comercio destinado al porteo.

Y es que ya lo dije en más de una ocasión, el problema es originado por Marruecos, quien ha buscado con todo esto colapsar deliberadamente Ceuta, cosa que ha conseguido, cierto, pero que también le ha generado un problema mucho mayor, pues la población concentrada en Tetuán y su provincia se ha multiplicado hasta el extremo, pasando de los no más de trescientos mil de hace unos años, a los casi millón y medio de habitantes que se concentran en la actualidad en esa zona, la mayoría provenientes del sur del país, al reclamo del negocio del porteo que se efectúa desde esos polígonos.

Esta situación genera un verdadero problema social en el país vecino, donde la pobreza y la miseria campa a sus anchas por todo él, sin que tengan más soluciones que la de lanzar a miles de personas a participar de un comercio infrahumano, que una nación moderna y civilizada como España no puede consentir. De modo que dadas las circunstancias, es sumamente difícil que ninguna solución viable venga desde Marruecos ni de posibles negociaciones entre gobiernos, fundamentalmente porque el actual estado de cosas les va solucionando momentáneamente su problema, cosa esta, que evidentemente le importa infinitamente más, que la viabilidad o el confort de la ciudad de Ceuta.

El problema de Ceuta es un asunto estrictamente español y son nuestras autoridades las que tienen que solucionarlo y la solución apunta en una sola dirección, el fin del comercio basado en el porteo y por lo tanto el cierre y replanteamiento del comercio transfronterizo. Un modelo de comercio inaceptable para una nación moderna y europea que basa sus principios sociales, políticos y económicos en el respeto al derecho y al bienestar de las personas, algo que es evidente que no se está produciendo en este tipo de comercio.

Marruecos tendrá sus problemas y habrá de buscar sus propias soluciones, pero eso ya no es algo que competa a los españoles, pues toda ayuda tiene que estar precedida del respeto y lealtad a quien tiende su mano para ofrecerla y en este caso de Ceuta y también de Melilla, parece ser que no es lo que Marruecos haya pretendido ofrecer durante estos últimos años.