De un tiempo a esta parte sufro problemas estomacales. Sin venir a cuento se me revuelve el estómago y como consecuencia me invaden las nauseas y unas tremendas ganas de vomitar. Con gran preocupación he acudido al especialista y cuál ha sido mi sorpresa cuando tras revisar las pruebas a las que me había sometido me ha recetado que cuando ponga el televisor me limite exclusivamente a la cadena amiga, que vea el Sálvame de luxe, el Gran Hermano y Hombres, Mujeres y viceversa, que si pongo la radio conecte con los 40 principales o Cadena Dial y que en el móvil me abstenga de instalar aplicaciones de diarios digitales o de utilizar el twitter, limitándome exclusivamente a jugar al Candy Crash.

Por supuesto, he pasado olímpicamente de sus recomendaciones y, es obvio, que sigo con mis problemas estomacales. Lo reconozco, soy un teleadicto de la Sexta y no puedo vivir sin el Intermedio, Al rojo vivo, el Objetivo o la Sexta Noche. Me resulta imposible dejar de oír Hora 25, al que llevo enganchado más de 40 años y ni siquiera puedo renunciar a mi última adicción: consultar en mi Smartphone las últimas noticias que me ofrece El Diario.es, El Confidencial, Vox Pópuli o Infolibre.

Mis síntomas se han agravado notablemente en las últimas semanas y con dolores agudos en los últimos días. Ver al bueno de Paco Correa cantando cual mirlo blanco cómo fueron sus comienzos en pequeños pueblos de la Sierra de Madrid. Como Álvarez Cascos le abrió de par en par las puertas de Génova, llegando a intermediar en las grandes obras e infraestructuras, convirtiéndose en un pilar fundamental del milagro económico de Aznar y Rato, del que tanto presume el Partido Popular, claro, milagro económico para algunos de ellos y sus amigos que se forraron a costas de nuestros bolsillos. Cómo tras la pérdida del Gobierno por parte del PP, se traslada a Valencia que cual California moderna vivió una fiebre del oro, consistente en un latrocinio sistemático.

En fin, que mientras Correa relata con total tranquilidad que España está llena de Correas y que su forma de actuar es la normal en las Administraciones españolas, el sin par Mariano Rajoy, que por un lado dice que no ha conocido a Paco Correa, mientras que por otro manifiesta que lo echó de Génova y que, casualmente fue el director de campañas que financiaba Correa, según el mismo manifiesta, silba alegremente mirando hacia otro lado, mientras da esos famosos paseos con su peculiar trote cochinero a la vez que su inseparable Soraya con pétreo rostro dice que todo esto es ya muy antiguo y que España es lo único importante.

Claro, tanta indignidad me acaba produciendo arcadas, pero siempre hay alguno dispuesto a superar estos niveles de indignidad y para muestra un botón. El superhéroe Albert Rivera, azote de los corruptos, que ha venido para salvarnos a todos de tanta podredumbre, en una imagen entre cómica y patética huye de los periodistas y se esconde sin disimulo por los pasillos del Congreso, mientras Paco Correa sigue cantando la traviata en la Audiencia Nacional y manda a uno de sus voceros a decirnos que ya sabíamos que había tanta porquería, pero que España es lo único importante.

Y cuando piensas que los niveles de indignidad han llegado ya a límites intolerables, descubres con desolación que hay todavía alguien que no te va a producir dolores de estomago y arcadas, sino que directamente te va a hacer vomitar. Y ahí emerge la figura del Presidente de la Gestora del PSOE, Javier Fernández, elegido por sus compañeros de asonada para ser el rostro de la felonía cometida contra los cinco millones de votantes que aún les quedaban y que, consciente de la indignidad sin límite en la que va a caer, mientras sus compañeros de motín se esconden cual gallinas, solo acierta a esbozar una ligera sonrisa mientras Rajoy le da unas palmaditas en la espalda, pero siempre con la cabeza gacha, ya que no puede mirar de frente absolutamente a nadie, y solo acierta a musitar un único argumento para tamaña vileza contra sus conciudadanos. Y ¿adivinan cuál es ese argumento que esgrime Javier Fernández? Pues sí, han acertado: “España es lo único importante”.

Por todo esto y por mi salud estomacal, yo ya lo tengo decidido. Si verdaderamente, lo que defienden Rajoy, Rivera o Fernández es esta España, a mí que me den de baja.