Juan Carlos Trujillo

Ayer conmemoramos el Día del Padre, y como tal comparto con ustedes mis reflexiones sobre los Menores Extranjero no Acompañados, jóvenes que  tan solo buscan un futuro cierto. Un grupo de jóvenes que se esfuerzan,  día a día, por integrarse en una sociedad exigente a través de completos programas formativos planificados por los profesionales del área de Menores de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Programas formativos continuos, que no solo incluyen su escolarización en el sistema educativo español, sino también clases de refuerzos y un amplio programa de actividades extraescolares.

Jóvenes esperanzados en alcanzar sus sueños a este lado de la frontera, confiados en las oportunidades que les brinda nuestro Estado de Derecho. Porque no podemos olvidar que nos referimos a jóvenes protegidos no solo por las leyes españolas, sino también por las leyes internacionales. En este punto debo referirme a la resolución de 13 de octubre de 2014, de la Subsecretaría del ministerio de la Presidencia, por la que se publica el Acuerdo para la aprobación del Protocolo Marco sobre determinadas actuaciones en relación con los Menores Extranjeros No Acompañados.

Un documento redactado y  aprobado por las autoridades españolas inspirado en los principios y normas contenidos en los instrumentos jurídicos internacionales sobre derechos del menor ratificados por nuestro país. Y muy especialmente en  el artículo 3.1 de la Convención de Derechos del Niño, que estipula que: “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño”.

Pero como en todas las familias, existen los denominados “garbanzos negros”  que no aceptan ningún tipo de disciplina, que no quieren integrarse en nuestra sociedad, que no respetan las pautas de conductas y valores sociales, jóvenes cuyo único objetivo  es cruzar ilegalmente al otro lado del Estrecho arriesgando incluso sus propias vidas. Frente a ellos no cabe el desprecio, las amenazas o incluso las agresiones, tan solo cabe también la aplicación de nuestro Estado de Derecho como corresponde a una sociedad democrática. Yo lo tengo muy claro, no a la xenofobia contra un colectivo de jóvenes desamparados, que tan solo buscan un futuro mejor.