DESESCALADA

La odisea de la Biblioteca para adaptarse a la nueva realidad

La odisea de la Biblioteca para adaptarse a la nueva realidad
Biblioteca Pública de Ceuta
Biblioteca Pública de Ceuta

La Biblioteca Pública Adolfo Suárez reabrirá el próximo lunes, día 25 de mayo, si bien solo estará operativo el servicio de préstamo domiciliario o alta de usuario, en horario de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 20.00 horas. Los usuarios deberán concertar cita previa a través del teléfono 956 51 30 74 o bien utilizar el formulario de petición anticipada que al efecto existe en la web de la biblioteca (www.ceuta.es/biblioteca) en cuyo caso se le citará por los servicios bibliotecarios para retirarlo. Las renovaciones de préstamos ya en poder del usuario o cualquier otra consulta o gestión a realizar con la Biblioteca podrá realizarla a través de llamada telefónica, mensaje o WhatsApp en los teléfonos móviles 629207667 y 626147684.


Desde que hace 2.300 años, Demetrio de Falero sugiriera a Ptolomeo la idea de construir la primera biblioteca en Alejandría y se inventara el oficio de bibliotecario, al que dos generaciones después daría forma casi definitiva en lo sustancial Calímaco, con la invención de la fichas bibliográficas, las bibliotecas se han enfrentado a todo tipo de vicisitudes, manteniendo siempre su esencia contra viento y marea. La propia Biblioteca de Alejandría fue devorada por la guerra y el fuego en tres ocasiones, como fue devorada por las bombas la biblioteca de Sarajevo 23 siglos después. Libros y bibliotecas han vivido escondidos o recluidos en remotos monasterios durante siglos, escapando de fanatismos e intolerantes. Huyendo ora de la Inquisición, ora del fuego ciego de las Bücherverbrennung nazis. Las bibliotecas han resistido uno tras otro los embates de la Historia y los envites del odio, adaptándose a los nuevos tiempos, sorteando nuevas pruebas como una eterna Odisea para seguir siendo la verdadera casa del libro. 

Pasillos enmarcados en volúmenes por los que adentrarse en un bosque de tentaciones. Un laberinto silencioso con muros construidos de palabras por el que perderse en busca de una aventura o una lección, o simplemente para esconderse de miradas indiscretas.  Un viaje único que 2.300 años después ya no es posible

Pero en todos estos siglos, solo una cosa no había cambiado. Ya fueran rollos de papiros, pergaminos, códices o encuadernados tal y como los conocemos hoy, los libros esperaban pacientes, alineados o apilados siempre en estanterías. Pasillos enmarcados en volúmenes por los que adentrarse en un bosque de tentaciones. Un laberinto silencioso con muros construidos de palabras por el que perderse en busca de una aventura o una lección, o simplemente para esconderse de miradas indiscretas.

Un viaje único que 2.300 años después ya no es posible. Y no ha sido la censura, ni la intolerancia ciega, ni el fanatismo más obtuso, ni tampoco la ignorancia más arrogante, aunque abunde. El culpable es un enemigo microscópico, tan invisible como letal, que mata sin odiar y carece de opinión sobre la literatura: un virus. Concretamente el Sars-Cov-2, bautizado como COVID-19, que se ha lanzado a recorrer el mundo contagiando a casi cinco millones de personas en todo el mundo y ha matado ya a 318.481 personas, empujándonos a cambiar nuestro modo de vida, lo que desde hace dos milenios incluye a las bibliotecas, que han de adaptarse otra vez a una nueva realidad.

Una odisea a la que el próximo lunes se enfrentará, tras dos meses cerrada, la Biblioteca Pública ‘Adolfo Suárez’ de Ceuta, que volverá a abrir sus puertas, de momento solo para préstamos, a partir del 25 de mayo. Y aquí empiezan los cambios. Los libros saldrán de su santuario al mundo exterior y a su regreso deberán pasar una cuarentena, guardados en un almacén durante dos semanas por temor a que vuelvan impregnados con el virus. Es el protocolo que ha impuesto el Ministerio de Sanidad, aunque el virus solo sobrevive unas pocas horas en el papel o el cartón, explica José Antonio Alarcón, director de la Biblioteca Pública de Ceuta. De hecho ya hay libros en cuarentena, apunta, los ya prestados ante del Gran Cierre y que han ido devolviendo en el buzón durante la cuarentena. Algunos incluso han pasado ya la cuarentena y han vuelto a las estanterías libres de sospecha.

Olvídense de deambular entre los libros buscando la inspiración, ahora hay que ir a la Biblioteca clon los deseos claros y la lección aprendida. Nadie puede tocar los libros, habría que ponerlos en cuarentena.

Biblioteca con cita previa

La devolución de libros, al menos en esta primera fase de la desescalada de la Biblioteca, deberá hacerse en el buzón habilitado para ello en el exterior del edificio y el préstamo, otra novedad, será con cita previa. Sí, aunque parezca difícil de imaginar, a la biblioteca se va ahora con cita previa, por lo que será necesario saber qué libro se quiere coger prestado o reservarlo previamente en el catálogo de la web de la Biblioteca. Olvídense de deambular entre los libros buscando la inspiración, ahora hay que ir a la Biblioteca clon los deseos claros y la lección aprendida. Nadie puede tocar los libros, habría que ponerlos en cuarentena. 

Las mascarillas, los guantes y las mamparas no serán los únicos nuevos compañeros de trabajo. Lo protocolos frente a la pandemia exigen redoblar esfuerzos en materia de limpieza desinfección, lo que obliga a doblar el gasto y realizar más contrataciones para atender los más de 7.000 metros cuadrados de la Biblioteca Adolfo Suárez. “Solo los baños hay que limpiarlos 6 veces al día y hay 20 y cada vez que un usuario use una mesa, una silla o un ordenador cuando se puedan usar, hay que desinfectarlo después”, explica Alarcón.

No solo de libros se nutría la Biblioteca, cuya actividad se había convertido en el corazón de la vida cultural de la ciudad. Pero que le va a costar recuperarla, probablemente hasta después del verano. De momento, las limitaciones de aforo a un 30 por ciento lo hacen inviable, reducirían a 25 las localidades disponibles en su sala de usos múltiples. No tendría sentido traer, por ejemplo, a Almudena Grandes para uno de los encuentros con los lectores que llenaban la Biblioteca en la Semana del Libro, reflexiona Alarcón, pensando en cómo adaptar la agenda cultural, que deberá alimentarse de pequeñas propuestas locales. 

Sacrificios que impone la nueva realidad, que no respeta ni tan siquiera a las bibliotecas que, una vez más, deberían reinventarse, ahora ante un enemigo inesperado: un virus.

Por cierto, si se han quedado con ganas de adentrarse en la procelosa historia del libro, busque 'El infinito en un junco', de Irene Vallejo. Un delicioso ensayo (de inesperado éxito de ventas) sobre la evolución de ese objeto inmortal que obra el milagro de lograr que nos callemos para escuchar a otro.

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