- Que nadie se asuste ni se tome a mal la palabra. Cuando hablo de revolución no hago referencia a su sentido bélico, ese que habla de “acto violento por el que una clase derroca a otra”.

Yo hablo de cambio político profundo. La verdadera revolución no es la foto del Mayo del 68, ni guerrilleros en la selva, ni masas de proletarios entrando en un Palacio. La revolución comienza cuando se obtiene poder político y del grifo tiene que seguir saliendo agua. Eso es lo difícil. Eso es lo revolucionario.

El año que viene, Podemos va a ganar las Elecciones Generales. Cada vez es más la gente harta de un sistema corrupto hasta la médula y el deseo de cambio hacia una democracia real comienza a abarcar a sectores conformistas hace unos años. Gente honrada, gente buena, gente decente, gente sencilla que ayer votó por los partidos del régimen, la gente que de verdad hace posible las revoluciones, comienza a entonar el “Sí se puede”. Y su grito se oirá dentro de un año.

Será entonces cuando comience la revolución democrática. Comenzará un cambio que no será fácil, por mucho que los agoreros enemigos del cambio se empeñen en decir que Podemos “ofrece soluciones sencillas a problemas complejos”. ¿Soluciones sencillas? Son las que ofrecen los inmovilistas. Nos dicen que si les seguimos dando nuestra confianza, por mucho que nos hayan traicionado en el pasado, por mucho que nos hayan robado, por mucho que nos muestren su incapacidad día tras día, saldremos de esta. Nos dicen que aunque cada vez tengamos menos derechos y seamos más pobres debemos confiar en ellos, que ellos son los que saben. Por suerte, ya nadie les cree. Demasiadas mentiras.

Podemos no ofrece ninguna solución fácil, sino todo lo contrario. Conscientes de las dificultades a las que nos vamos a enfrentar cuando le digamos “No” a la Troika, nos piden que estemos en constante movilización. Dentro de un año no deberemos salir a la calle para protestar contra nuestro Gobierno, sino para apoyarlo y defenderlo de los ataques de los poderosos. Porque tener el Gobierno no es tener el poder. Porque no va a ser fácil eliminar privilegios y devolver derechos, será una tarea complicada de la que todos y todas tendremos que participar.

¿Por qué hemos visto siempre la política como algo ajeno a nuestras vidas, nuestros problemas y nuestras inquietudes? Porque nunca ganaban los nuestros. Ahora estamos cerca de poder ganar, de cambiar la política para que nunca más vuelva a ser algo alejado de los ciudadanos y manejado por gente gris, fea, encorbatada y vacía, sino algo nuestro. La otra noche, una amiga de unos veinte años me escribía un whatsapp. Sentada en un parque con amigos, hablaban de Podemos, hablaban de política. Hace cinco años hubiera sido imposible pensar en eso. ¿Por qué? Porque era imposible que ganaran los nuestros, era imposible ver la política como algo sobre lo que discutir con colegas un sábado por la noche.

Muchos dicen que lo que pretende Podemos no se puede hacer. Primero se reían y ridiculizaban, después hablaron de VenezuETA y ahora resulta que lo que hay es gente honrada con buenas intenciones, pero que no, que es imposible. La llamada al desánimo es su última trinchera. Algunos lo creerán de verdad, otros mienten. Saben que con voluntad política muchos imposibles se vuelven perfectamente posibles, sólo hay que intentarlo y es que una cosa está clara: seguir por este camino nos conduce al suicidio y al subdesarrollo. El Partido Popular nos lleva de la mano al abismo y ha sido el Partido Popular quien ha incumplido todo lo que prometió en su programa.

¿Qué es lo peor que puede hacer Podemos? ¿Fracasar y no poder cumplir lo prometido? ¿Por qué si lo prometido por Podemos es algo supuestamente incumplible debemos tenerles miedo y en cambio no pasa nada si los demás partidos incumplen constantemente sus promesas? Tal vez, porque a los poderosos jamás les asustó que el PP o el PSOE incumplieran su programa. Es más, tampoco les da miedo que Podemos lo incumpla. Lo que les da miedo a los que nos roban a todos es que saben que Podemos sí que pretende cumplirlo. Esa es la diferencia.