CRISIS

El sector del taxi se enfrenta a un futuro incierto con la pérdida de más de la mitad del negocio

El sector del taxi se enfrenta a un futuro incierto con la pérdida de más de la mitad del negocio
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Los taxistas se enfrentan día a día a una situación desesperada y desesperante. Con la frontera cerrada se fue casi la mitad de su volumen de trabajo, con el puerto bajo mínimos también en verano y la crisis mordiendo al comercio se tambalea la otra mitad de su sustento. El bloqueo de Marruecos la frontera y la crisis que arrastraba la economía ceutí ha había hecho mella, como a toda Ceuta, pero la crisis del COVID19 está llevando al límite al sector del taxi en Ceuta, que ha visto como se evaporaba “más del 50 por ciento del volumen de trabajo”, calcula José Reyes, presidente de la Asociación de Autónomos del Taxi.

“Si van cuarenta taxis al puerto la mitad se van de vacío, la parada de la frontera está muerta, totalmente, y el comercio ya ves como está”, desgrana José Reyes, describiendo un futuro “muy crudo”. Un cálculo de pérdidas que comparten la mayoría de los taxistas consultados en las última semanas. Si antes hacían 30 viajes en un día, hoy con suerte hacen una docena. Reyes espera a que pase agosto para sentarse con el Gobierno local para buscar medidas a corto plazo, explica a Ceuta al Día en conversación telefónica. Ya, de motu propio, a iniciativa del propio Reyes, se ha repartido el trabajo durante los fines de semana, cuando la clientela baja aun más. De los 121 taxis que componen la flota, la mitad trabaja el sábado, la otra mitad lo hace el domingo. 

Una medida de reparto que algunas ciudades como Barcelona están ensayando durante toda la semana, para tratar de redistribuir el poco negocio que hay, pero que la Asociación de Autónomos del Taxi descarta para Ceuta. “No es factible”, calcula Reyes, que recuerda que si durante el confinamiento estaba regulado por un Real decreto y se establecían ayudas y la posibilidad de acceder a un ERTE, un escenario que no existe en la actualidad. “El que quiera parar, que pare por su cuenta, pero el sector no puede”, rechaza, sabedor de que algunos compañeros así lo han planteado, sin demasiado éxito.

Reyes lleva más de 40 años en el taxi, hoy su taxi lo conduce otro, pero conoce “un poco” el sector y tiene claro que, más allá de los problemas que nos atropellan ahora, con el bloqueo de Marruecos y una pandemia que ha cambiado nuestra forma de vivir y de movernos, el problema está en la sobrepoblación de taxis: 121 en una ciudad en la que, según sus cálculos debería haber “80 y tantos”. 

“En los años 80, cuando esto era un ir y venir de militares y de gente que venia a comprar a los bazares, se dieron licencias como quien reparte chocolatinas”, recuerda, apuntando que ya en los años 90 propuso imitar la legislación de otras autonomías, en las que la licencia se retira con la jubilación del propietario para poder así ajustar la flota a las necesidades reales de la ciudad. No le hicieron caso, reprocha, y ya es tarde. Las licencias son hereditarias --aunque se puedan traspasar no se pueden vender--.

Viejos problemas del sector que se agravan con las nuevas circunstancias, muy alejadas de aquellos felices 80 y con una amenaza global que no estaba ni en las pesadillas de entonces, plagadas de monstruos y zombies: una pandemia.

El sector del taxi se enfrenta a un futuro incierto con la pérdida de más de la mitad del negocio


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