- A estas alturas parece que ha quedado claro que la estrategia del PSOE al firmar el pacto de la vergüenza con Ciudadanos consistía en pasar toda la presión a Podemos, en intentar que Podemos cediera colocando un falso dilema encima de la mesa: o nos apoyáis, diciendo Sí a un acuerdo que continúa con las políticas del PP, o estáis con el PP.

La investidura de Sánchez ha fracasado, pero la presión sobre Podemos continuará. Durante estos dos meses, los medios del poder van a insistir en un relato maniqueo: el de los “radicales” (Pablo Iglesias, Íñigo Errejón) frente a las voces sensatas y moderadas en favor del PSOE. El último en ser utilizado para estos intereses ha sido Carlos Jiménez Villarejo. Al estar en desacuerdo con la decisión de Podemos, aquellos que meses atrás le atacaban, hoy lo encumbran.

Vemos que ocurre lo mismo que en los años 90, cuando el relato enfrentaba a "quijotes locos y sectarios", encabezados por Anguita, con el "sentido común" de la Nueva Izquierda de Sartorius, Cristina Almeida y López Garrido (después ministro del PSOE), sector de IU favorable a facilitar gobiernos del PSOE sin exigir nada a cambio. Decía Marx que la historia siempre se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa. El tiempo le ha dado la razón al sector de Anguita. Y se la dará a Iglesias y Errejón.

El pasado viernes, tras la votación en el Congreso, Pedro Sánchez dijo que “en política, uno es lo que vota”. No le falta razón. El Partido Socialista vota en Europa lo mismo que el PP en un 75%. El viernes, Podemos votó lo mismo que Izquierda Unida y lo mismo que Compromís. Podemos votó NO al egoísmo de un PSOE arrogante que, a través de acuerdos programáticos reaccionarios con fuerzas políticas reaccionarias, pretendía gobernar en solitario.

A Pedro Sánchez le toca ceder, no ser egoísta y asumir que Podemos ha obtenido prácticamente el mismo número de votos que la formación que él representa. Asumir que en el Parlamento hay fuerzas progresistas con la suficiente representación como para hablar a los socialistas de tú a tú. Asumir que la estupidez de la pinza ya no funciona.