- Tiempos duros de frío polar los que se han adueñado de nuestros horizontes a fuerza de duras inclemencias, y no sólo meteorológicas.

Es esa congelación social la que nos impide ver con claridad cualquier atisbo de coherencia y la que, consecuentemente, paraliza los posibles movimientos de transformación.

Es precisamente esta paralización del pensamiento la que provoca que, para protegernos del frío, cualquier trapo con nombre de abrigo nos pueda llegar a valer. En estas épocas bajo cero, todo parece adecuado para obtener algo de calor o, incluso, con tal de proveernos de la mera ilusión de conseguirlo. Así están las cosas.

El frío es, pues, mala compañía para los sueños, por ello deberíamos empezar a caer en la cuenta de que siempre aparece el frío cuando los sueños empiezan a hacerse realidad… siempre.

Es ese frío el que hace que los pueblos, muy condicionados-adoctrinados-preparados previamente, encuentren en la negación de la inteligencia la solución a todos sus problemas. Por ello, cuando todo se congela en la calle, una simple y vieja postal con un descolorido sol entre palmeras basta para reconfortar a la mayoría. Comprobarlo es fácil: ver el ascenso de los movimientos nacionalistas y/o patrióticos más o menos radicales (típico por otra parte, de libro, de manual de Historia más bien) es el más claro exponente de lo referido y siempre, siempre, va ligado a situaciones de crisis en las que el frío, previamente, se ha apoderado de todo extendiendo su manto de desconfianza.

En Hungría, los neonazis ya se han erigido en la tercera fuerza política en el Parlamento y ya hablan de elaborar listas negras de judíos para depurar la Sociedad.

En Grecia se espera un aumento considerable del partido “nuevo amanecer” (lo siento, me niego a poner mayúsculas a esta basura... sírvase usted mismo, caso de que las considere necesarias) mientras los griegos, al igual que los españoles, pagan las consecuencias de una crisis que ellos no han provocado… y esto es sólo el comienzo. Así, una vez más se busca cobijo en la fuerza bruta porque, previamente, se ha anulado el raciocinio inoculando la estupidez a base de miedo y populismo. ¿Para cuándo la quema de libros y la inauguración del primer campo de “readaptación”?

Parece claro que estas evidencias solo constituyen un sórdido primer paso, una suerte de avanzadilla que, ojalá, no llegue a nada (por poner algo de optimismo, aunque sin ningún convencimiento, cierto es) pero que resulta, en sí, toda una declaración de intenciones de lo que nos espera. Poco a poco, y si no hacemos nada, esa idea de fuerza y de intolerancia se irá instalando entre nosotros, seguramente con más tacto, más sutileza en sus formas… pero no menos letal en su fondo, para acabar en lo que siempre acaba todo esto.

Los acontecimientos, reglados y previamente amasados (nada nuevo bajo el sol, está claro) nos están abocando a encontrar una salida “lógica” a toda la situación que estamos viviendo a diario. Así, corrupción política, agresión económica, pobreza, depresión, escasez de recursos y nula capacidad de reacción intelectual son algunos de los elementos claves que, de no remediarlo, nos empujarán hacia los brazos de una intolerancia que ya se adivina Al Sur del Edén.

Mi mañica preferida no tiene duda alguna: “Aquel anoche tuve un sueño de Martin Luther King sigue siendo inalcanzable, es más, afirma, tiene visos de transformarse en una pesadilla porque cada vez que los seres humanos tienen la posibilidad de llegar a un entendimiento para progresar, el Poder hace sus deberes para transformarlo todo en puro e irracional enfrentamiento… y nosotros, tan contentos por encontrar a alguien a quien echarle las culpas de todo, una suerte de macabro aquelarre (mil veces repetido a lo largo de la Historia, por cierto) en el que perdemos todos y ganan los de siempre”.

Esta vez hay poco que añadir; usted sabrá si prefiere los sueños a las pesadillas, aunque cierto es que para soñar hay que tener el valor de atreverse. En fin, ya me cuenta su elección, si eso. Era del Frío, mucho más que tres palabras… un retorno a la prehistoria.