Brumas de equilibrios rotos envuelven unos aires cada vez más cargados de gris, cada vez más rígidos y cada vez más uniformados. Lo que parecía axiomático hasta hace muy poco, está mutando, a golpe de Ibex 35, de Dow Jones o de decretos ley, hacia una suerte de reorganización social en una batalla que sólo está viviendo el inicio de sus horas más críticas. Queriendo hacer añicos un statu quo cimentado en el sindicalismo de finales del XIX, con la creación de la Iª Internacional, el Poder está forzando la puesta de los contadores a cero. En pocas palabras, se está reescribiendo la Historia.

Amparada por una crisis artificial alimentada por el miedo, la correlación de fuerza ha variado de forma brutal, retrotrayéndonos a tiempos duros, muy duros, en los que el vasallaje era una práctica descarada… hace tan sólo unos pocos decenios, bueno será recordarlo. Quizás lo más evidente de toda esta situación no sea el ansia de dominio y poder mostrado por el Capital, eso que ahora eufemísticamente se denomina “mercados”; lo que más se evidencia es la falta de capacidad de respuesta de los modelos de contestación al uso. En gran medida con los partidos políticos -máquinas de poder endogámicas cada vez más alejadas de los anhelos de quienes les votan- pero también con los sindicatos, el rechazo por parte de la ciudadanía de los modelos decimonónicos de participación en los órganos de poder está provocando el germen de algo nuevo. El desencanto, a pesar de los votos emitidos, está servido y es palpable.

Todo este panorama podría parecer que favorece a las castas dominantes; de hecho, las amputaciones en materia de Educación, Sanidad, Justicia, Fomento o de otras áreas indicarían un punto y final en las conquistas sociales. Por cierto, ¿no le parece que manda huevos que, en ya en pleno siglo XXI, la contratación de un maestro o de un médico sea considerado una conquista social?

Pero como a cada acción le sigue una reacción, una especie de Síndrome del boomerang está calando con fuerza. Este asalto en toda regla a lo elemental está generando una corriente que lo está poniendo todo en cuestión. Con la básica premisa de “si somos muchos los machacados y nos unimos, seremos más fuertes y menos vulnerables”, experiencias como el 15M están explorando otras vías diferentes a los trillados caminos que siempre nos acaban llevando a las Romas de turno. Tras muchos años de acomodamiento intelectual en los que la foto fija era la constante, ahora todo se encuentra en una fase de ebullición alimentada, principalmente, en las redes sociales. Los tweets, los posts y los blogs han sustituido a los panfletos, los periódicos y las pancartas en un mundo virtual creado en principio, colmo de los colmos, como una red de control militar. Esta nueva forma de comunicarse provoca, en sí, la reacción antes aludida. Las asambleas que gestaron, en 1870, la Federación Regional Española en teatros y plazas, se llevan a cabo ahora en mensajes de 140 caracteres, en fotos comentadas o en textos leídos, analizados y referidos por millones de personas… a la vez.

La presión de este movimiento de “juanes sin tierra” cibernéticos está poniendo todo en cuestión en unas horas en las que cada vez se evidencia más que las estructuras políticas “tradicionales” son un fin en sí mismas, aunque en realidad esto tampoco es nada nuevo.

Cansados de corrupciones de toda índole donde todo es susceptible de ser prostituido (el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, que alguien me demuestre lo contrario), los ciudadanos están reclamando una participación activa en todas las decisiones. Todo nos concierne y nada nos es ajeno. Se quiere decidir aquí y ahora porque se vive aquí y ahora. ¿Hacen falta más evidencias lógicas?

Los partidos políticos, por pura supervivencia, se oponen frontalmente a todo lo que pueda escapar de su contro; los mismos argumentos ideológicos que, curiosamente, sustentan al Poder. Se caricaturiza, insulta, denigra o incluso criminaliza a quienes tienen la osadía de pensar y actuar con el paso cambiado, pero, a pesar de todo, este movimiento crece Al Sur del Edén, se auto organiza y su poca presencia en la calle no merma, en absoluto, ni su fuerza ni su determinación. Insisto, una simple conexión a Internet basta para comprobarlo.

Mi mañica preferida es radical al respecto: si nadie trabaja por ti ¿por qué dejas que decidan por ti? afirma tajante. Además, y siempre de forma retórica, sigue preguntando ¿por qué permitimos, una y otra vez, que las soluciones aportadas desde sillones oficiales sólo sean un problema y, por lo tanto, nunca resuelvan nada, sino todo lo contrario? Demoledor.

El órdago está echado. La típica avaricia de los de la calculadora, en forma de crisis económica y cuentas opacas, ha provocado un potente tornado social de incalculables e imprevisibles consecuencias. Sólo me queda una duda, ¿y si todo este empobrecimiento calculado fuese, en su más pura génesis, una verdadera contra revolución preventiva ante un inminente punto de ruptura? Que cada cual saque sus conclusiones, por mi parte, y no sin cierto escalofrío, tendré que rendirme a la evidencia.