- jueves 18 abril 2024
Para qué les voy a engañar, la primera intención fue hablar cómo de tremenda fue, la noche del domingo de marras, la borrachera por ingesta de sufragios. Mi inmediato reflejo había sido el de narrar como la resaca de la derrota, antagónicamente, se materializó en una suerte de orgía del posibilismo y del “adecuatismo” a la cruda realidad. Me pedía el cuerpo contar como todas las formaciones políticas encontraron, en las cifras, el consuelo y el maquillaje necesario para seguir, erre que erre, con su discurso y ello a pesar de los pesares; pero sobre todo me apetecía desdibujar el cuadro de la supuesta victoria de quienes, en pocos días, verán refrendados nombres y puestos de mando en el Boletín Oficial.
- Corría el año 1974 y la Historia, con pequeños y previsibles sobresaltos, parecía haberse detenido. El mundo estaba literalmente dividido en dos hegemónicos bloques en los que unos carecían de Libertad y otros creían tenerla. En ese año, el ex comunista ortodoxo Jesús Hernández publicaba su 'EN EL PAÍS DE LA GRAN MENTIRA', en el que describía el régimen totalitario y fascista de la Unión Soviética, sí fascista...
Pasó. Estaba por llegar. La catástrofe (por ser suave en el apelativo) ha dejado de ser el eslogan recurrente de trasnochados progres ecologistas, o de apasionantes argumentos novelescos de ficción, para transformarse, de pronto, en una terrible y dantesca realidad; el peor de los escenarios se ha hecho actualidad.