Martes, 11:00 de la mañana, conocida cafetería del centro de la ciudad. Una camarera se acerca y tras los buenos días ataca con el clásico "qué van a tomar". Los clientes responden al saludo matutino y optan por el aún más tradicional, "cortado y tostadas con tomate y aceite". Todo normal hasta que se escucha "uy". Eso quiere decir problemas. "No puede ser porque se ha ido la luz y además, han venido los turistas del crucero y van y nos dejan sin pan". Es el fin del mundo, no hay pan, "qué podemos tomar", se escucha. "Tenemos montaditos" (que se hacen con pan), afirma la camarera. "Y... ¿zumo de naranja?", se pregunta con miedo. "Eso sí", afirma con rotundidad la dolida empleada. "Pues venga, zumo y montadito", se conforman los no turistas.

Este diálogo, que podría estar sacado perfectamente del inicio de un monólogo no es más que una conversación real. A priori, puede parecer una tontería, sin embargo, si se analiza un momento es la prueba perfecta de que en Ceuta para ciertos aspectos somos únicos. Como eso de la crisis, al final va a ser verdad que a los caballas no nos suena mucho por actitudes como ésta. Si un bar se queda sin pan a primera hora de la mañana en plena Gran Vía de Madrid sobran voluntarios, por su propio bien, para ir corriendo aunque sea al chino de la esquina para comprar y reponer. Actualmente, el asunto no está como para cruzarse de brazos y lamentar que unos turistas, esos por los que se lucha que vengan a la ciudad para que generen ingresos atípicos, han cometido la desfachatez de invertir su dinero en un desayuno. Lamentable.

Pero para la desgracia de Ceuta esto no es un hecho aislado. Ya no es sólo que llegue un crucero un fin de semana y en lugar de a una ciudad parezca que ha atracado en un desierto. O que tomarse una caña un domingo sea misión más difícil que hablar bien de una naviera . O peor todavía, que venga una americana de Ohio con la ilusión de dar la vuelta a Ceuta en el barquito del Desnarigado, y durante cuatro días, sólo faltó la excusa de que Godzilla andaba por el Monte Hacho. Y claro, eso es peligroso.

Se lucha de boquilla por bajar el precio de los barcos para que lleguen más visitantes, pero ¿para qué? ¿Realmente estamos preparados para atraer al turismo? La respuesta es no. Acomodamiento, ignorancia, pasotismo... Es difícil buscar un calificativo concreto que acierte con ese espíritu apático pero si una tienda cierra diez minutos antes de su horario y no deja entrar a un posible comprador no habitual, aunque éste sólo se dé un paseo, algo falla. Y probablemente, no vuelva. ¿Tan sobrados estamos?

Somos como animales. A base de palos, pierde algo, así lo valorarás. Como los sueldos en Ceuta, me atrevería a decir que en muchos casos son superiores a los que se ganan en la península. Y eso sin contar a esa gran masa social que son los funcionarios y tanto lloran últimamente por el recorte en la nómina. Algo que me hace recordar las palabras del secretario general de UGT, Antonio Gil, quien decía en el reportaje 'La crisis cruza el Estrecho' , de Víctor Ramírez (Ceuta TV) que "es que hay empleados públicos que ganan 1000 euros" . Joder, y los que no somos funcionarios cuánto se cree que ganamos. Desde hace tiempo, sí, hace mucho. Y seguimos comiendo todos los días. Grandes reflexiones como ésta hacen dudar del sentido actual de los 'sindicatos-nutribén'.

Pero si de un reality se tratase habría que intercambiar a más de uno un par de semanitas. Mismo puesto de trabajo pero en diferentes emplazamientos. Independientemente de la calidad de vida, en algunos casos indiscutibles, ojo a la exigencia, formas de trabajar y sobre todo, MENTALIDAD . Quizás así se valoraría más las condiciones inmejorables que tiene Ceuta y ni se aprovechan ni se explotan, se vician.

Por cierto, una pregunta muy tonta, ¿cuántos trabajadores en la península, de un comercio por ejemplo, que tanto sufre en nuestra tierra, tienen a una persona contratada para las tareas del hogar? ¿Y en Ceuta?