Las pateras con inmigrantes seguirán llegando a las costas ceutíes, las personas serán arrojadas de nuevo al mar como fardos sin valor, para poder escapar con facilidad de la vigilancia española, en una clara demostración de la catadura moral de estos traficantes de esclavos.
Mientras, el Gobierno español sigue dando palmaditas en el hombro a Marruecos por su inestimable colaboración en el control fronterizo. Quizás hasta es cierto, pero lo que se presenta como inexorable es la necesidad de buscar soluciones reales a un problema que no cesa, y que incluso parece haberse agravado tras las medidas del ministro Caldera, que sigue negándose a admitir la realidad del Efecto Llamada.
Y ahora Alonso afirma que el CNI ha evitado asaltos a las vallas de Ceuta y Melilla de grupos de inmigrantes acampados cerca de la frontera. Esos mismos campamentos cuya existencia negaba la Delegación no hace mucho. Si es que, al final, resulta que iban a ser turistas que venían a comprar atraídos por José Antonio Rodríguez.