Racismo y exclusión social

Editorial


-Opinión Editorial

La más veterana de las filas del PP, Carolina Pérez, fue al Senado en representación de su Gobierno, el de Vivas, el del PP, el de Ceuta, ¿el de todos los ceutíes? Allí se equivocó. Pronunció varias frases de marcado carácter racista. A la vuelta, reflexionó, se dio cuenta de su error y de forma valiente pidió perdón por su salida de tono y presentó su dimisión como consejera de Asuntos Sociales. Su comportamiento es notable. Digno de ser copiado por otros compañeros de banco.

El Gobierno pretendió y pretende que con el exquisito y pulcro comportamiento de Pérez se dé carpetazo al asunto y se termine la polémica y el mal rato. Error. Con su comportamiento, Carolina Pérez rindió cuentas. No así el PP. No así el Gobierno. Lo único que le hemos escuchado decir a Vivas es que la opinión expresada por Pérez no es la del PP ni la de su Gobierno. Mentira. La opinión expresada por Pérez es, no sólo la de su Gobierno, que lo es del PP, es también, hoy por hoy y hasta que nadie la enmiende, la opinión oficial de los ciudadanos de Ceuta en el Senado, dentro de la Comisión de estudio de las nuevas formas de exclusión social.

Por ese motivo hubiera sido deseable desde el primer momento un comportamiento de rechazo o condena, de arrepentimiento, más contundente que el mostrado por Vivas. El presidente pretendió despachar el agravio en un primer momento sin comparecer siquiera de forma oficial ante la opinión pública para tratar el asunto, como si no hubiera pasado nada. Los ciudadanos, ahora que pueden y les toca, deberían comenzar a valorar esa gran capacidad de Vivas para esconder la cabeza en momentos críticos como este.

Más allá de la dimisión, el asunto de Carolina Pérez deja sobre la mesa dos problemas de fondo que sería urgente abordar, no para cruzar acusaciones varias –de racismo (oposición) y partidismo y electoralismo (Gobierno) – que en ambos casos sólo sirven para el fin electoral con el que fueron concebidas, no para mejorar la vida de los ceutíes. Racismo y exclusión social.

El Gobierno se empeña en negar la evidencia: en Ceuta hay mucho, demasiado racismo, y como prueba tan sólo hay que asomarse a los comentarios que deja el ciudadano común en las noticias de ceutaldia.com o abrir el oído en cualquier cafetería, tetería o bar. En confianza, cuando creen no ser escuchados, o tras un pseudónimo en un foro digital, un importante número de ceutíes expresan lo que hay en sus corazones: RACISMO.

En lugar de atajar el problema, los partidos a menudo se sirven de él en sus ansias electorales, cada uno en una dirección. La oposición lo lleva denunciando hace años y el Gobierno, que pudiera y debiera hacer algo para corregir ese sentimiento (por ejemplo destinar algunos euros de los más de 4 millones que gasta al año en comunicación y propaganda a educar en este sentido) opta por esconder ese sentir infame y maloliente detrás de pomposos lemas turísticos y políticos que sirven para poco más que divertir: “Ceuta es pequeña, dulce y marinera”, dice siempre Vivas; y racista, debería añadir, para ser más exactos. “Ceuta, crisol de culturas” promociona el Gobierno, crisol sin fuego que funda esos metales en un cuerpo social único. Un recipiente vacío.

Y Vivas y su Gobierno son además muy sospechosos: por su pasividad y permisividad con un sentimiento que crece y crece sin que la administración local se preocupe siquiera por el mismo, más bien, parece tratar de esconderlo, al menos mientras gane elecciones. Y llueve sobre mojado. La insensibilidad de este Gobierno hacia las expresiones que ofenden a la comunidad musulmana es de libro. El presidente aplaudió una chirigota que provocó más irá aún que las declaraciones de Carolina Pérez y que para colmo fue premiada por un jurado que estaba tutelado por otro miembro del Gobierno que presidía Vivas. Aquella vez, el presidente tampoco fue contundente. Dejó dudas. Como ahora. ¿Cuál será la próxima?

Con estos mimbres es más fácil entender que a una consejera tan veterana como a Carolina Pérez acabe tirando 20 años de carrera política en una comparecencia y diga lo que tantas veces ha escuchado en tantos sitios de Ceuta ¿quién puede asegurar ahora que no se dicen cosas así en las reuniones del Gobierno?

Y hay otro problema más encima de la mesa, esperando una solución. Más allá de su desafortunada respuesta. Pérez expuso en el Senado su propio fracaso y el del Gobierno de Vivas. En Ceuta no hay integración social. Crece el paro, el analfabetismo, el abandono escolar y la desigualdad económica entre unos y otros o entre “ellos” (musulmanes) y nosotros, en palabras de Pérez.

Los Planes de Empleo han fracasado, las políticas sociales también. Sólo parchean la situación de un importante número de familias, no contribuyen a generar una sociedad productiva, más bien, justo lo contrario, adormecen Ceuta, como adormece la morfina un cuerpo canceroso. Y todo eso, es irrefutable, está en el informe de Pérez. El Gobierno sólo reconoce su fracaso en solucionar problemas cuando tiene que ir ante otras instituciones de mayor calado a pedir más dinero y eso hizo Pérez, dibujo una situación real, que es “desoladora” y lo hizo con datos. Y la situación es igual de desoladora o más que hace diez años, cuando llegó al Gobierno Vivas. O que hace dos décadas cuando comenzó su carrera Carolina Pérez.

No estaría mal que los partidos ahondasen más en ese debate y lo hicieran aportando ideas nuevas. El PP ya lo ha intentado durante diez años y Pérez es el mejor exponente de ese fracaso. La política del Gobierno de Vivas, cómplice con la de la Delegación es la de la sopa boba, que forma un cuerpo social sin más aspiración que la de entrar en un Plan de Empleo y no forja ciudadanos libres con capacidad de regenerar una sociedad con tantos y tan graves problemas y desafíos como Ceuta. Con el agravante además que se hace muchas veces con la intención de ganar votos y no con la de solucionar problemas.

Por último, ceutaldia.com no sólo rechaza cualquier expresión racista y de desprecio a lo diferente, sino que quiere hacer una especial y sentida condena a las amenazas que, al parecer, ha recibido Carolina Pérez. Serán los mismos vándalos que rompen el autobús, tiran piedras a la policía, bomberos y cuanto servicio que represente a la administración se cruce en su camino. Se sienten abandonados, marginados y repudiados, y al parecer, llevaban razón en ese sentimiento, pero con sus actos la pierden junto a su derecho a opinar y, en cierto modo, acaban por dar argumentos a quienes generalizan haciendo un flaco favor a la cultura a la que pertenecen y a la marginalidad de la que luchan por salir. Deseamos de corazón y esperamos que reine la cordura y la comunicad musulmana auto administre su ira y la canalice de forma constructiva y pacífica (por ejemplo votando el próximo 22 de mayo en las urnas) y no violenta. Carolina se ha equivocado, lo ha reconocido, ha pedido perdón y ha dimitido, dejarla en paz y reconocerle el gesto es lo justo. Errar es de humanos, al fin y al cabo.