Cuando muchos ceutíes se levantaban sobresaltados al descubrir que el juez Baltasar Garzón aseguraba en La Vanguardia que Ceuta y Melilla serían objetivos próximos de Al Qaeda, don Jenaro apareció en lontananza para serenar a los ciudadanos y recordarles que la amenaza radical es una "vieja noticia". Bálsamo tranquilizador que no acaba de surtir los efectos deseados, y es que le guste o no al delegado del Gobierno, cuando una aseveración de este estilo sale de boca de un magistrado que supuestamente está encargado de varias operaciones contra las redes terroristas, incluyendo la presuntamente desmantelada en Ceuta, la gente suele tender a preocuparse.

Por ese mismo motivo no valen los paños calientes y los recordatorios de que todo el mundo occidental está amenazado. También viven bajo el yugo terrorista todos los españoles por culpa de ETA, pero eso no quita a que el Gobierno avise a aquellos que figuran como posibles objetivos, lo que permite redoblar la seguridad y extremar la vigilancia. Los ceutíes tienen derecho a saber si realmente existen indicios que hagan temer por una atentado inmediato en la ciudad, es una obligación del Estado mantener la seguridad de sus ciudadanos, y ahora mismo el clima está demasiado caldeado para utilizar excusas simples y echar la vista para el otro lado. El Gobierno debe reaccionar y dar una respuesta contundente. En caso contrario, los ceutíes habrán sido una vez más traicionados y apuñalados por la espalda.