A veces, miramos al cielo y nos ponemos en manos de la Divina Providencia. Esto sucede, cuando ya no sabemos a dónde mirar o a quién acudir en busca de ayuda. Normalmente, porque estamos en un apuro, sea grande o pequeño, y se nos acaban las salidas. Y nuestra situación empieza a ser desesperada o lo es ya hace rato. Providencia, según la Real Academia Española de la Lengüa, significa “disposición anticipada o prevención que mira o conduce al logro de un fin”; también “adoptar una determinación” y “disposición que se toma en un lance sucedido para componerlo o remediar el daño que pueda resultar”.

Según esta definición, en los últimos días, la señora consejera de juventud y deportes, doña Kissy Chandiramani, se ha transmutado en la pura Providencia: “Divina”, para el dueño de una escuela hípica anteriormente asentada en Viña Acebedo; y tremendamente injusta para la dueña de la otra escuela ecuestre de la ciudad, la actualmente instalada en el Complejo Miguel de Luque.

Y es que Doña Kissy “la divina”, haciendo alarde de una generosidad sin límite y de una falta de memoria no menos ilimitada, ha tenido a bien concederle al susodicho “caballista” de Viña Acebedo el disfrute total de las nuevas instalaciones que la Ciudad acaba de construir para el alojamiento de una escuela hípica. “La divina” se ha mostrado enormemente generosa con unas cuadras pagadas con el dinero de todos los contribuyentes y que ahora servirán para alojar a los numerosísimos caballos propiedad particular de Don Javi. Un caballero que viene precedido por una reputación de deudor del ICD.

Hasta aquí, Doña Kissy se ajusta perfectamente a esa primera definición de Providencia, ya que, con su actitud ha mostrado su disposición hacia el logro de un fin: favorecer claramente a una escuela frente a la otra.

Se dirán ustedes que es que, tal vez, no hay sitio suficiente en las nuevas instalaciones para acoger a las dos escuelas sin problemas. No es así. Hay espacio para todos, si “la divina” se dignara a repartirlo. Porque la escuela de Arancha Márquez sólo pide 10, de las cerca de 30 cuadras que hay en la nueva hípica, y un picadero donde poder atender a sus más de 50 alumnos. No es mucho, si se tiene en cuenta que estamos hablando de tres familias que viven de su trabajo en esta academia ecuestre. Bastante más modesta, por cierto, que la Don Javi, cuya manada asciende a más de 30 caballos. Pero doña Kissy, se ha mantenido firmemente injusta y, mostrando su superior posición, ha cumplido con la segunda definición de Providencia: “adoptar una determinación”.

 La Divina, ahora nuevamente transmutada, pero esta vez en Injusticia y Altivez, permanece tozudamente instalada en su determinación: la pequeña escuela debe desaparecer y ser tragada por la grande. Doña Kissy ha llegado incluso a sugerir a Arancha Márquez que se deshaga de sus caballos: “´Regálalos” -le ha dicho-. Como si un caballo fuera un caramelo o un pastel de nata. ¡Qué gran sensibilidad y conocimiento los de La Divina! Me gustaría recordar a nuestra ínclita consejera de juventud y deportes que, no ha mucho, demostró a todos los ceutíes su enorme habilidad para discernir quién es o no de confianza. Y me refiero a su gran acierto con la ex presidenta del Consejo de la Juventud, Mariam Mohamed, señora de la total confianza de Doña Kissy y cuyos manejos del dinero de este organismo -que es dinero público- llevaron a una deuda de más de 200.000 euros, aún no devueltos que sepamos; y a la desaparición del propio Consejo. Tres trabajadores quedaron en la calle. Y esto fue hace escasamente unos meses. ¿Por qué se empeña La Divina en favorecer desde su escaño a este tipo de sujetos?

Espero sinceramente que rectifique, que los disgustos pasados le hayan servido para aprender a no cometer los mismos errores en el futuro. Un futuro que hoy es presente. Espero sinceramente que no dé lugar a que nuevamente se alcen voces pidiendo su dimisión, en este otro caso de las escuelas hípicas. Hay para todos, así que reparta, Doña Kissy y déjese de zalamerías excluyentes.

Recuerde la tercera definición de Providencia y aplíquese el cuento: “componer el lance sucedido y evitar el daño que pudiera resultar”, en definitiva “rectificar es de sabios”. Sea de verdad la auténtica Providencia.