- Ayer visitaba nuestra ciudad el presidente de Bankia, y como muestra de la importancia e influencia del grupo al que representa se le recibió “con honores” (aunque desconocemos los motivos y la aportación de su visita a nuestra situación económica).

Supongo que habrá para quienes tenga mérito pasar de cobrar más de dos millones de euros anuales a seiscientos mil, gran sacrificio teniendo en cuenta la situación que atravesamos.

Ignoro qué habrá podido prometer o qué beneficios nos aportará a la ciudadanía tan ilustre visita. No obstante, y sin estar directamente relacionado, hay algo que me llamó la atención. Me resultó tremendamente llamativo ver en los pasillos del Ayuntamiento a un numerosísimo grupo de hombres a la espera del señor Rato.

Sí, de hombres.

Me llamó tremendamente la atención ver cómo entre quienes esperaban, personas de la Confederación de Empresarios, de la Cámara de Comercio y del sector bancario no había ni una sola mujer. No me sirve la presencia de las féminas del Gobierno solamente mientras el visitante firmaba en el Libro de Honor, eso es algo meramente testimonial y que obedece a las normas de protocolo.

Para algunos puede ser algo sin importancia, pero sin lugar a dudas la tiene. La tiene a la hora de representar quiénes son los que influyen en los sectores relevantes a nivel económico. Y no será porque en nuestra ciudad no haya mujeres de reconocido prestigio tanto a nivel empresarial como profesional, pero sin embargo, no estaban.

Hace tiempo critiqué que tanto la confederación de empresarios como la cámara de comercio de nuestra ciudad apenas contasen con representación femenina, lamentablemente las cosas apenas han cambiado. Y esas son sólo algunas de las cuestiones que deberíamos intentar cambiar quienes creemos en la igualdad.

Hace años que se puso de moda el término empoderamiento. Con él se hace referencia tanto al cambio individual como al cambio de las estructuras y procesos que reproducen la situación subordinado y desfavorecida de las mujeres. Mediante el empoderamiento se pretende que las mujeres accedan al uso y control de recursos, ganen influencia y participen activamente en el cambio social. Supone, en definitiva, un fortalecimiento de la posición social de las mujeres. Para ello hace falta una toma de conciencia grupal e individual tanto para las mujeres como para toda la sociedad.

Y está clarísimo que no lo vamos a conseguir reivindicando la situación sólo el ocho de marzo. No nos engañemos, cualquier acto simbólico, es necesario, pero requiere también de actuaciones de calado e impacto a lo largo de todo el año. La formación es importante, pero creo que la acción lo es aún más.

Sin duda una imagen vale más que mil palabras, y ver a Rodrigo Rato en el salón de actos de la Asamblea rodeado de hombres nos indica a las mujeres todo lo que nos queda por andar.