- La marca Vivas ya no vende.  No es suficiente.

Ser el más simpático y el más sonriente no nos da de comer a la población. Ni soluciona nuestros problemas.

De poco sirve mover la mano más que un gato de los chinos cuando en la calle de atrás, hay quien está desesperado. Y menos sirve cuando las calles de atrás son mayoría en esta pequeña ciudad. Estos últimos años están siendo como una enfermedad devastadora, que se va extendiendo por el cuerpo día a día, sin tregua.

Cada vez más pobres y cada vez más parados. Esa es la auténtica realidad de Ceuta y que, gaste lo que gaste el gobierno en promocionar el todo va bien y el aquí no pasa nada, dura lo que dura un espejismo en el desierto y lo que se tarda en acabar la lectura propagandística para al mirar a nuestro alrededor valorar de primera mano la situación de nuestra ciudad.

No quiero un presidente cuya mejor cualidad sea ser simpático, quiero a alguien con la honradez y el valor suficiente para llamar a las cosas por su nombre, para afrontar la realidad sin maquillarla, para asumir los errores y corregirlos, que no mienta a los ciudadanos, que sea realmente eficaz e implicado en solucionar nuestras preocupaciones, esas que compartimos todos y todas independientemente de nuestra edad o de nuestro credo y ante las que el actual gobierno se vislumbra claramente ineficaz, claramente agotado y absolutamente rendido. Su máximo empeño ahora mismo es que nada ni nadie se mueva mucho, intentar mantener la situación. Su objetivo no es mejorar ni solucionar los problemas si no que su hoja de ruta es que se mantengan como están. Y así lo demuestran con lo que hacen día a día. Cualquier inversión que no sea la de crear empleo y luchar contra la pobreza debería ser secundaria.

El gobierno está tan encerrado en su burbuja que no es capaz ni de empatizar, no es capaz de ponerse en los zapatos de quienes sufren las consecuencias de una forma de entender la política que en muchos casos ni siquiera han elegido y que es absolutamente injusta desde el punto de vista social. No se sienten responsables de la situación que vivimos y a lo más a lo que llegan es a encogerse de hombros y a “sentirlo mucho” para acto seguido continuar con sus “estresantes” rutinas.

Pero los sentimientos no dan de comer ni sacan de la desesperación. Y ya que el verbo dimitir no existe en su vocabulario deberíamos ser quienes votamos los que decidamos ya el reemplazo. Juan el simpático dejará de gobernar tarde o temprano y parafraseando una cita célebre, algún día, en algún lugar, se encontrará solo consigo mismo y esa, puede ser la más feliz o la más amarga de sus horas” y en su caso, el recuerdo del estado en el que va a dejar esta ciudad cuando se vaya no creo que vaya a motivarle muchas horas felices.