- Discriminar significa seleccionar excluyendo, a la vez que supone dar un trato de inferioridad por algún motivo.

Eso sí, la desigualdad y la discriminación hacia las mujeres son hoy por hoy, en el siglo XXI, bastante sutiles y han variado notablemente en los últimos años en los que era “normal” y habitual hacer ostentación de la superioridad de los hombres ante la debilidad e inferioridad de las mujeres. En la actualidad, ya no se puede ser tan abiertamente machista porque el rechazo social que ello conlleva está bastante generalizado. Además, las mujeres nos hemos rebelado frente a muchos roles y estereotipos en el intento por derrocar las desigualdades.

Pero evidentemente, eso no significa que no existan actitudes claramente discriminatorias. Nada más lejos de la realidad, ya que las discriminaciones por razón de sexo siguen a la orden del día y siguen dándose ejemplos diarios de ello. Estadísticamente, a nivel nacional, más del 20% de las mujeres perciben sueldos inferiores al de sus compañeros por desempeñar el mismo trabajo. Igualmente, las responsabilidades familiares siguen recayendo en la mayoría de los casos sobre los hombros de las mujeres que tienen que renunciar muchas veces a tener tiempo para ellas.

Otra manera de discriminación en auge sigue siendo que, según en qué foros, las opiniones de las mujeres no son debidamente tenidas en cuenta, y, a veces, ni siquiera se cuenta con ellas en una clara manifestación e intención de invisibilizarlas.

En mayor o en menor medida, todas hemos vivido algún momento que nos ponía de manifiesto que no todos nos ven y nos consideran como iguales. Del mismo modo, todas intentamos hacer aportaciones para reivindicar la igualdad, muchas veces incluso sin darnos cuenta a través de nuestras actuaciones diarias. A veces mediante la acción y a veces mediante la palabra. Todas en general, de una manera u otra aportamos nuestro granito de arena con la ilusión y la esperanza de cambiar las cosas en un futuro no muy lejano.

Somos conscientes de que las desigualdades están presentes en la sociedad actual y a veces nos parece que se heredan de generación en generación.

Cierto es que se han dado pasos en la búsqueda de la plena igualdad pero hay que tener presente que lo que queda por recorrer es un arduo camino puesto que llegar a la ansiada igualdad no depende sólo de nosotras, sino que también tienen su importante peso e influencia factores económicos o sociales.

Y por supuesto, una sociedad basada en la igualdad debería ser reivindicada no sólo por todas las mujeres si no por todos los miembros de la sociedad.