Y los vemos donde no los hay. El título de hoy se presta a muchos chistes fáciles sobre los fantasmas que ve una a lo largo de un día. Sin embargo, voy a ahorrármelos porque prefiero centrarme en los fantasmas que alimentan los falsos miedos de muchas personas que viven en esta ciudad.

Alguna que otra vez he tenido la sensación de no estar viviendo en el siglo XXI. Hace algo más de un mes, volví a tener la impresión de que no estamos en el 2010, fundamentalmente por algunas opiniones que he oído o leído y que parecen sacadas de los tiempos de la Inquisición, y todas ellas, a cuenta del calendario laboral del año próximo, y de la eliminación como festivo del día dos de septiembre para que pasase a serlo el día con el que coincida la pascua del sacrificio musulmán. Más que un cambio en un día festivo, parece que se acabara el mundo, o fuera el inicio del fin. En resumen, el número de días festivos seguirá siendo el mismo, sólo que en vez de que uno de esos días sea el dos de septiembre, y que hasta la fecha apenas era propiamente celebrado por toda la ciudadanía, lo será el día de la pascua musulmana.

A partir del año próximo seguirán realizándose los actos que se organicen desde la Asamblea pero ese día no tendrá carácter festivo. Obviamente, el día en el que vaya a tener lugar la celebración de la pascua del sacrificio será festivo local para toda la ciudadanía.

Es algo simple pero que muchos utilizan para montar películas y otras historias para “asustar”. Es deprimente comprobar cómo se sigue diferenciando entre los españoles por su credo.

Lo peor de todo, es que a más de uno le vienen bien todos esos miedos y con ellos, consiguen varios puñados de votos. Son la excusa perfecta para crear un ambiente de discordia, para implantar en la sociedad que todo aquel que sea “diferente” puede traicionar al resto.

Las mentalidades de los individuos del siglo XXI siguen teniendo muchas sombras de la época medieval, y lo que aparentemente se reviste de modernidad y avance, oculta demasiados miedos y fantasmas que no desaparecerán hasta que no se les enfrente de manera directa.

¿Qué pasará el día que Ceuta tenga un Presidente o Presidenta de origen musulmán? La respuesta es que no pasará nada que se achaque a ese origen. Las instituciones seguirán funcionando igual, el cambio, como todos los cambios traerá muchas cosas positivas y tal vez haya otras que sean susceptibles de crítica. Pero lo importante, será comprobar que el origen cultural de una persona no condiciona ni cuestiona su nacionalidad.

Todos deberíamos buscar siempre unos representantes lo más afines posible con nuestra forma de pensar y dejar de descatalogar o descalificar a las personas por su nombre y apellidos.

Ese día, a más de uno, se le caerá el discurso.

Y ese día, tarde o temprano, llegará. De hecho, esa situación ya se dio en su día en la ciudad de Melilla y no ocurrió ninguna hecatombe. Así pues tiempo al tiempo.