- Quienes ostentan el poder, especialmente el poder de gobernar y marcar los designios de cualquier sociedad necesitan y utilizan para ello una serie de herramientas e instrumentos para procurar su perpetuidad o cuanto menos su continuidad en el tiempo durante el mayor plazo de tiempo posible.

El sentido común nos induciría a pensar que si alguna formación política quiere estar mucho tiempo marcando la hoja de ruta y el futuro de una sociedad sólo tiene que hacer las cosas bien. Atender a las peticiones de la ciudadanía. Dar cobertura a las necesidades…

Pero el sentido común se ha convertido en el menos común de los sentidos y las intenciones de la formación política en el gobierno, el Partido Popular (tanto local como nacional) distan mucho de estar dirigidas por ese sentido.

Desgraciadamente, no pasa el día en el que no veamos ejemplos de ello. Los instrumentos del poder son muchos y numerosos pero se pueden resumir fácilmente entorno a intereses y entorno a euros. Quien está en el poder hoy, conoce perfectamente la importancia de crear opiniones públicas en la línea de sus actuaciones. Aun siendo negativas para la sociedad a la que gobierna. La que le ha elegido. Da igual. El PP ha venido tomando decisiones motivadas por una serie de intenciones que en absoluto son las de la ciudadanía. Para ello se valen muchas veces de la complicidad de algunos medios de comunicación. Complicidad traducida en euros. Muchísimos euros. Que no falten. Es así como se intenta potenciar y vender la bondad de las decisiones políticas que no tienen nada de positivo. O la de los lavados de imagen cuando alguien del equipo de gobierno ha hecho algo que merecería una destitución o cese inmediato se pone también toda la maquinaria en funcionamiento para hacer olvidar a la opinión pública lo antes posible cualquier despropósito.

Otro de los instrumentos que suele utilizar el poder político es el del clientelismo y el servilismo. Algo que se ve especialmente en las ciudades pequeñas como la nuestra. A nadie se escapa como el Partido Popular, tras más de una década en el gobierno ha ido cubriendo las necesidades de algunas personas sólo por afinidad política. Practican la perfecta discriminación, el premio y el castigo según el comportamiento de los individuos y de algunos grupos en época electoral. Como con el instrumento anterior, los euros marcan las pautas. Eso sí, se hace de tal manera que sólo existen presunciones y sospechas de las que no existen pruebas palpables y que puedan llevarlos ante los tribunales.

Hay un tercer e importante instrumento que el PP suele utilizar muy bien. El del miedo. El de los argumentos denominados asustaviejas. En Ceuta, ciudad fronteriza no les resulta difícil alimentarlo. Utilizan como nadie, off the record casi siempre, el argumento falaz de la confusión entre nacionalidades y religiones. El miedo a lo que puede pasar si ellos no están para protegernos (cuando la sociedad debería protegerse de ellos y sus manipulaciones).

Todo sea por la perpetuidad en el sillón de mando.

Y el último pero no menos importante instrumento es el de los mercenarios y mercenarias. Personas y a veces grupos de ellas a las que les es absolutamente ajena cualquier cosa que no sea el dinero. Y ya se sabe. Por el dinero baila el perro. Mercenarios con bolígrafos. Con lenguas viperinas. Sin escrúpulos. Y dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de satisfacer al amo y obtener la recompensa pactada. Cazarrecompensas que se venden al mejor postor y que atienden a cualquier petición por vil que sea.

Lo poco que queda de consuelo es que quienes detentan el poder, las manos que mecen las cunas, podrán comprar y mercadear con muchas cosas, pero siempre se les escaparán las conciencias. Esas ni se venden ni se compran. Y tarde o temprano, cada cual deberá enfrentarse a la suya. Tal y como ocurre con los principios y valores (siempre y cuando se tengan).