Recuerdo a Alejandro Curiel prácticamente de casi toda la vida a través de mi padre. Cuando comencé a tener más relación con él fue a principios de los noventa cuando colaboraba con mi padre en el programa “La Tertulia” en TeleCeuta. Todas las tardes acudía a los estudios de Real 90 (en los bajos, donde se había ubicado tras el cierre de la televisión por parte del Gobierno de Fraiz). Allí estaban todas las tardes Alejandro y mi padre, yo los acompañaba y hacía de ‘chico para todo’ desde técnico de sonido junto a Luis Fossati, operador de cámara junto a Manuel González Bolorino, iba a por café a la cafetería Nieto, etc… La tele se encontraba bajo mínimos, y allí siempre estaba Alejandro, una persona cercana, alegre. De allí pasaron a las instalaciones de la tele encima del, entonces, Banco Hispanoamericano. Tras el fallecimiento de mi padre, en diciembre de 1994 (como pasa el tiempo) Alejandro siguió guiando aquellas tertulias en las que se trataban los problemas de la ciudad.

Hay una anécdota que nunca podré olvidar, en abril de 1991. Una de esas tardes mi padre me recogió y fuimos al Tarajal, a los edificios de Los Maestros, donde vivía Alejandro. Mi padre me dijo que bajase, llamase en el telefonillo de la casa de Alejandro y que me fuera con él a la tele, puesto que no me podía llevar porque tenía que ir a un sitio antes. Realmente me sorprendió, pero me bajé y llamé al telefonillo mientras mi padre se alejaba en el coche. Contestó Elena, la hija menor de Alejandro, amiga personal (somos de la misma quinta) y la respuesta fue “mi padre no está”. En ese instante me quedé de piedra, en aquel momento para mi ir del Tarajal al centro era como ir a la Luna. Pero Elena me dijo que subiera, pedí poder llamar por teléfono (a un Radio Taxi, en aquel entonces no había móviles) y cuál fue la sorpresa que Elena me dice que el teléfono estaba estropeado, pero que podíamos bajar a casa de la familia Bombién y llamar desde allí. Cuando llegué, allí se encontraban amigos y amigas de clase del Colegio Ortega y Gasset, me habían organizado una fiesta sorpresa de cumpleaños ideada por Elena y Belén, algo que nunca podré olvidar y en la que estaban involucrados Alejandro y mi padre.

Era un placer hablar con él, siempre transmitía serenidad. Cuando tuve el honor de ser el Secretario General del PSPC de 2005 a 2012, Alejandro siempre estuvo presente en mi día a día como ejemplo a seguir.

20anospspcAños después, a principios del siglo actual, entro en el PSPC, partido en el que Alejandro en aquel entonces era (y es) Presidente de Honor, y del que fue un referente, así como fundador y Secretario General. Cada vez que nos veíamos me mostraba el cariño que me tenía y que era recíproco. Era un placer hablar con él, siempre transmitía serenidad. Cuando tuve el honor de ser el Secretario General del PSPC de 2005 a 2012, Alejandro siempre estuvo presente en mi día a día como ejemplo a seguir.

Con Alejandro se nos va un ceutí nacido en Palencia, que defendió a nuestra ciudad como ya quisiéramos que lo hiciesen otros que tuvieron el privilegio de nacer en ella. Se nos van un socialista, se nos va un maestro, un amigo, un compañero, se nos va una gran persona.

Cuando uno está a 10.000 kilómetros de Ceuta, y sigue sintiéndola su casa, hay una serie de sensaciones que se van clavando en el corazón (en ocasiones sé que no tienen sentido), una es el sentir que la gente de allí se hubiesen olvidado de uno, y la otra es la que se siente cuando se pierde a una persona como Alejandro, la sensación de que el día que vuelvas no vas a conocer a nadie porque la gente que conocías ya no está… Queda la tranquilidad y el consuelo de que se que en mi corazón y en mi mente, todas esas personas estarán siempre, y entre ellas Alejandro Curiel Cabezudo. Pero como dice mi amigo y compañero Santiago Vicente Pecino: “Ya nada será igual”.

Descansa en paz compañero.