¿Cómo te comes eso, Juan? No era el regente ceutí un hombre equilibrado, equitativo y otras equidades y equi-tales (incluida la equina) que le hacían hombre moderado y de respeto público; pues ¡¡¡toma!!! una de sarcasmo político que arrecia cuando aparece una vía de agua en el buque, demostrando que aquello de que el capitán es el último en saltar es sólo una entelequia (el capitán de la Asamblea, como las ratas de los barcos, se las pira a la ‘remanguillé’ junto con los roedores). Ponme un bloody mary que más te vale.
 
A partir de ahora, ir conjugando el verbo refanfinflar (que parece como de fiesta, cuando no eres tú el ‘refanfinflado’). Más claro… el agua. Er muchachito, como se diría por abajo, ha hecho el desplante más generoso que se podía haber hecho. Sí, no me mires con esa cara porque apenas le he dado un sorbo a tu elixir; lo digo porque se han caído de golpe sus disfraces y se ha demostrado que, en el fondo, es un hipócrita cuando habla de democracia y derechos de los ciudadanos y ciudadanas, y bien común, y la transparencia en la gestión. Sencillamente no cree en ello, es sólo un útil verbal para sus trapicheos y los de sus colegas.

 

Bueno, Juan, siéntate y yo levanto el pié del acelerador si me pones otro Bloody mary. Pero he de decirte (te acuerdas cuando te hablaba del ‘carrito del helao’), que su postura dictatorial, ahora intentándola encubrir con marchamo judicial (cuando lo cortés no quita lo valiente), es el resultado de aquellos polvos tantas veces expuestos por aquellos que resultaron anatemizados por ir contra su figura política (la otra, la figura, no merece la pena criticarla) y todo lo que ello conllevaba. El caso de ahora viene a recalcar lo que siempre han dicho sus críticos, lo único que pasa es que en este preciso instante al circo le han crecido los enanos (¡¡¡Uy, perdón!!! se me ha escapado), y se pretende imponer a la situación como el más barato de los dictadores bananeros (ahora metidos a demócratas pero que siguen dando golpes de Estado).

 

Lo siento Juan, por ti que eras uno de sus votantes, por la propia estética del sistema, perdida garantizando la impunidad a los profesionales de lo político; y porque tu partido desprende un tufo ‘ultra’ que ya no se puede disimular ni con el más caro de los perfumes. Ayer Vivas o Camps, anteriormente Aguirre (que ésa sí que es la cólera del dios de la masacre) y otros tantos, que cuando se les pincha alzan el brazo y suelta por sus boquitas improperios y anuncian su sana (¿?) costumbre de agotar hasta la saciedad el verbo refanfinflar.

 

En fin, parafraseándome a mi mismidad cuando pensaba que somos productos de nuestras propias críticas, podría decir también que de nuestras exhibiciones; mientras este pueblo no dé un puñetazo en la mesa, seguirá inmerso en el refanfinflar de quienes vota. Levántate ya, Juan (que no Lázaro), y ponte ahora tú un bloody, que os va a hacer falta un camión cisterna de ellos para pasar este extraño Rubicón, porque la suerte, aún, no está echada: espabila o date por ‘refanfinflado’.