Algo se mueve en torno a la Corona. Por primera vez, líderes de opinión como Jiménez Losantos cuestionan abiertamente el papel de la Monarquía, vemos al Rey en Ceuta y Melilla y le vemos levantándose de un acto y encarándose con un mandatario extranjero, como es Copito de Pimentón. Elegido democráticamente si, al igual que cierto hijo de agente aduanero de cuyo nombre no quiero acordarme. Del comunicador de la COPE sólo una pregunta: ¿qué ha querido decir con que Ceuta y Melilla estaban más civilizadas antes del Islam que ahora?. Hace años, mi querido Federico, que dejamos de ir en taparrabos por el Revellín.

No es La Noria un programa que entre dentro de mis escasas preferencias televisivas. Pero un anuncio en el que se mezclan a Anasagasti, la Corona y a las dos Ciudades Autónomas en un programa del corazon me hacen sentarme delante del televisor, temiéndome lo que pueda salir de ahí.

Y aparece el. Iñaki Anasagasti. El chico del peluquín. Todo un ejemplo de coherencia intelectual, política y personal, hablando desde su privilegiada atalaya sabiniana, que le permite estar a una altura neuronal inalcanzable para el resto de los mortales. El, que sólo condenó los ataques callejeros cuando su madre fue víctima de uno de ellos ("Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista...). El, que proclama su independencia a la par que pone la mano para recibir la mísera nómina -Salario Mínimo más horas extras, no se vayan a creer- que le paga el huraño estado español.

Se nos descuelga ahora don Iñaki hablando de los gastos de la Familia Real, del trabajo del Jefe del Estado, de los regalos que reciben, de Gibraltar, Ceuta y Melilla.

Por partes, Schopenhauer. En cuanto a lo del fisco y los gastos, podemos estar de acuerdo, pero hablemos también de los salarios y dietas de un senador. Respecto a lo del trabajo, digame usted, aparte de echar a pasear la sin hueso, que ha hecho en treinta años de democracia. Lo del barco regalado a la Monarquía por los empresarios mallorquines puede sonar mal. Pero tiremos de números, como dijo una contertulia, y pensemos cuanto dinero han dejado las vacaciones de Juan Carlos I en Baleares.

Y respecto a lo de Ceuta y Melilla, olvídenos, por favor. Bastante trabajo tenemos aquí como para tener que estar escuchándole. Pero una aclaración: Ceuta y Melilla fueron españolas antes que Navarra, antes que Marruecos existiera. Y, por supuesto, antes de que Sabino Arana se pegara el golpe en la cabeza cuyas consecuencias parecen haber heredado los defensores de su ¿pensamiento?.

PD: A Antonio Burgos, decirle que, como los gaditanos, los ceutíes también nacemos donde nos sale de los cojones. Gracias, Paisano. Y a mi amigo Juan Carlos Trujillo , darle también las gracias por enseñarme que la agenda del Rey la hace Vivas...

Juan José Coronado - El barco de arroz