Que en épocas de final de campaña electoral -duran cuatro años- todo vale con tal de desprestigiar al adversario y presentarlo en sociedad como el demonio de las siete cabezas, es algo tan cierto como que Dublín está en Irlanda. Negar que las campañas electorales cada vez se libran menos en los mítines y más en los medios de comunicación sería tanto como negar que la fórmula del agua es H2O.

Pero lo que no se puede consentir es que, además del IPC, la inflación, el paro o las listas de espera, se emplee ya todo, sin mirar consecuencias, y que en la frenética carrera por ganar votos y adeptos nada importe, aunque sea a costa de sembrar miedo e incertidumbre en una población.

Viene esto a colación de lo publicado hoy por Imparcial.es, nuevo pperiódico de Ansón: Zapatero negociará la cosoberanía de Ceuta y Melilla si vuelve a ganar las elecciones.

Puestos a leer la información, no descubrimos nada nuevo. Qué si Máximo I el Civilizador Cajal por aquí, que si la célula de reflexión por allá. Así que, en mi búsqueda diaria de noticias sobre Ceuta, me encuentro esto y decido llamar a Moncloa.

Si, si, a Moncloa. Con un poco de arrojo -presento informativos en la desconexión local de Herrera en la Onda, así que ya me dirán ustedes mi ascendente sobre ZP- pregunto directamente por Fernando Moraleda que, evidentemente, está reunido. A fuerza de insistir y ser pesado, único arma de los periodistas locales, consigo que alguien me valore la noticia de marras.

No es Fernando Moraleda, pero mi interlocutor tampoco es el jardinero de la familia Rodríguez-Espinosa. Es decir, es una persona de suficiente representatividad como para darme una versión autorizada en nombre del Gobierno de España.

Me niega la mayor, como por otra parte tampoco cabía esperar lo contrario. Es decir: de Ceuta y Melilla ni se habla. No sólo eso: es qué Marruecos ni lo plantea. Mi "enano infiltrado" me desvela, incluso, parte del contenido de la carta que Miguel Angel Moratinos lleva, en nombre de Zapatero, a Taieb Fassi-Fihri.

El embajador marroquí debe regresar a España, según el contenido de la misiva, por tres razones: inmigración, relaciones comerciales y la preparación de una cumbre de alto nivel entre ambos países. No tendría mucho sentido, en el tercer apartado, que los dos estados hablaran si ni siquiera los cuerpos diplomáticos están en su sitio.

Como conozco el paño, me creo la información monclovita. Por varios motivos. El primero de ellos, es que no tendría sentido entregar Ceuta y Melilla cuando España empieza a apreciarlas en su justa medida -hablo de la población- a rebufo de lo ocurrido en la visita real a ambas ciudades. El segundo es que, aunque parezca contradictorio, el principal interesado en que ambas ciudades sigan siendo españolas es Marruecos. No es poco el dinero que se mueve a uno y otro lado de la frontera, y no es poco el empleo que se genera en el norte del país vecino en relación con las antiguas Abyla y Russadir.

El tercero es que Ceuta se encuentra en una situación geopolítica envidiable. No tendría sentido, ni sería bien visto, que occidente renunciara a una orilla del Estrecho, que sigue siendo el principal paso de mercancías marítimas del mundo, con Gibraltar enfrente y que encima está rabiosamente cerca de Rota. ¿Captan?.

Y el cuarto es que, una vez se rompe el principio de inquebrantabilidad del Estado, nada impediría que Euskadi, Cataluña o Galicia proclamaran al día siguiente su independencia, que Marruecos reivindicase también Canarias o que Portugal recuperase igualmente Olivenza. Por tanto, el efecto dominó sobre el delicado mapa de equilibrios territoriales sería inmediato y devastador.

¿Qué nos queda, pues?. Qué se ha usado a Ceuta y Melilla, como el IPC o el precio de las viviendas, para desestabilizar a Zapatero y mermarlo electoralmente. No voy a hacer ni dejar de hacer campaña en favor de Zapatero o Rajoy. Simplemente, votaré a uno de los dos, y sólo yo sabré a cual. Pero como ciudadano de Ceuta le pido a Ansón, amigo de las teorías de la conspiración según el mismo ha reconocido en alguna ocasión, que deje en paz a Ceuta y Melilla. Qué piense por un momento en el daño qué estos titulares hacen en una población que empezaba, desde noviembre, a dejar de ver fantasmas por cada esquina o en los posibles inversores interesados en aportar algo de dinero en ciudades necesitadas de ello.

Y que en Ceuta y Melilla empezamos ya estar hasta donde la cintura pierde su casto nombre de que se nos use como juguetes, como trapos, como armas arrojadizas, sin más tacto que decir "indiscutiblemente españolas". Españolas, pero con sentimiento. Por eso exigo el mismo respeto que al resto de mis compatriotas. Por eso, señor Ansón, sobran manipulaciones, al menos con mi tierra. Por eso, señor Ansón, sobra lo de "indiscutiblemente españolas". Porque usted entra en contradicciones: en el editorial dice eso para hablar, a renglón seguido, de plazas de soberanía. ¿En qué quedamos?.

Es mucho en lo que ha fallado Zapatero en esta legislatura. Pero no vale todo con tal de propiciarle el castigo en las urnas. Si con estas usted dice defender a Ceuta y Melilla, apañados vamos. La mejor defensa es la normalidad. Y no el sobresalto a diario para decir después que somos españoles. Pues claro que lo somos. ¿Es qué alguien lo dudaba?. Y no me hace falta que me lo digan ni usted, ni Zapatero ni Rajoy. Me lo dicen mi historia, el escudo de mi país, generaciones de mi familia enterradas en Santa Catalina y el sentir de un pueblo qué conozco como la palma de mi mano. El resto, con todo el respeto que a veces no se nos tiene, sobra.